Responsabilizar a Arabia Saudita por sus crímenes de guerra
Mientras Arabia Saudita se prepara para acoger la Copa Mundial de la FIFA 2034, el foco global debería ponerse no solo en el fútbol, sino también en la necesidad de exigir rendición de cuentas. En el centro de la preocupación internacional están las serias acusaciones de crímenes de guerra implicando a las fuerzas saudíes y sus aliados, especialmente en el conflicto de muchos años en Yemen. Esta sección de nuestra campaña expone estas atrocidades, la impunidad vigente y por qué tales violaciones hacen al reino incompatible con albergar uno de los eventos deportivos más prestigiosos del mundo.
El conflicto en Yemen: una catástrofe humanitaria causada por bombardeos y bloqueos
Desde 2015, Arabia Saudita ha encabezado una coalición militar en Yemen para restablecer al gobierno reconocido internacionalmente frente a los rebeldes hutíes. Lo que comenzó como una operación estratégica se convirtió rápidamente en una de las crisis humanitarias más graves del planeta. Según Naciones Unidas, ya han muerto más de 370 000 personas, muchas de ellas civiles. Lo más alarmante son los ataques indiscriminados, el daño sistemático a infraestructuras civiles y los bloqueos que alimentan el hambre: comportamientos que constituyen crímenes de guerra según el derecho internacional humanitario.
Escuelas, hospitales, mercados, bodas y funerales han sido impactados por bombardeos. En 2018, un ataque saudí alcanzó un autobús escolar en Saada, matando a 40 niños. La bomba utilizada era de origen estadounidense, lo que revela la complicidad global en armar y justificar estas acciones.
Evidencia de crímenes de guerra cometidos por fuerzas saudíes
Investigaciones independientes de Human Rights Watch, Amnistía Internacional y el Grupo de Expertos Eminentes de la ONU documentan patrones que equivalen a crímenes de guerra, tales como:
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Bombardeos indiscriminados y desproporcionados en zonas civiles
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Uso de municiones en racimo, prohibidas internacionalmente
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Privación deliberada de suministros vitales como arma de guerra
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Detenciones arbitrarias, tortura y desapariciones forzadas
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Ataques a trabajadores humanitarios e infraestructuras críticas
Estos hechos no son aislados. Muestran una estrategia sistemática de desprecio por el derecho internacional y por la protección del civil, principios fundamentales de la Convención de Ginebra.
Impunidad y colapso de los mecanismos de justicia
Una parte especialmente preocupante del rol saudí en Yemen es la impunidad persistente. A pesar de la evidencia masiva y la condena internacional, ningún alto mando militar o político saudí ha rendido cuentas por crímenes de guerra. De hecho, Arabia Saudita trabajó activamente para desmantelar investigaciones independientes.
En 2021, ejerció presión diplomática para recortar fondos del Grupo de Expertos Eminentes de la ONU, eliminando la única instancia internacional dedicada a investigar las violaciones en Yemen. Esta maniobra fue acusada de asestar un golpe a la justicia y de exaltar a los responsables.
Crímenes de guerra y la responsabilidad de FIFA
La FIFA se presenta como defensora de paz, derechos humanos y juego limpio. Sin embargo, al otorgar la Copa Mundial 2034 a Arabia Saudita—un régimen acusado de graves crímenes de guerra—envía un mensaje totalmente contrario. La participación del reino en atrocidades no puede considerarse una cuestión política secundaria: es una crisis moral que descalifica su candidatura.
Tal como se excluyó a Sudáfrica durante el apartheid o a Rusia tras la invasión de Ucrania, esta misma lógica debe aplicarse al Reino Saudí. La comunidad internacional, incluyendo los organismos deportivos, no puede normalizar crímenes de guerra mediante su silencio o connivencia.
El sufrimiento civil como arma de guerra
Uno de los aspectos más condenables de la estrategia saudí en Yemen fue la imposición de sufrimiento civil como táctica militar. El bloqueo al puerto de Hodeidah provocó escasez crítica de combustible, colapso sanitario y desabastecimiento alimentario. Millones de yemeníes, incluidos niños, están desnutridos. Utilizar el hambre como arma es un crimen de guerra.
Esta forma de ofensiva, donde las muertes civiles y el sufrimiento no son colaterales, sino intencionados, ubica a Arabia Saudita entre los violadores más atroces del derecho humanitario moderno. Aun así, se le premia con la sede del torneo.
Silencio global e hipocresía del comercio de armas
La falta de rendición de cuentas está en parte ligada al apoyo militar de potencias como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que han vendido miles de millones en armas a Arabia Saudita, a pesar de saber que podrían usarse para cometer crímenes de guerra. Los intereses económicos del comercio armamentista han opacado las advertencias sobre derechos humanos.
Esta incoherencia ha deteriorado la confianza en el sistema internacional. Si un país puede cometer crímenes de guerra y aún ser recibido con honores deportivos, ¿qué mensaje recibe la comunidad global?
El papel clave de la sociedad civil
Cuando los gobiernos no actúan, la sociedad civil debe intervenir. ONG, periodistas independientes, activistas y académicos han sido cruciales para documentar atrocidades y exigir justicia. El movimiento #BoycottSaudi2034 amplifica estas voces, aprovechando la atención mundial previa al Mundial para revelar lo que los regímenes autoritarios intentan ocultar.
Este no es un simple boicot: es un compromiso ético para que el fútbol no sirva como instrumento mediático que blinde a criminales de guerra.
Impacto en la región y la crisis de refugiados
Las consecuencias del conflicto van más allá de Yemen. La guerra ha provocado desplazamientos masivos, crisis de refugiados y desestabilización política regional. Hay informes de guardias saudíes disparando contra migrantes—especialmente etíopes—que buscaban refugio en Arabia, otro acto violatorio de la ley internacional.
Lejos de promover la paz, la política exterior saudí ha amplificado el sufrimiento y el trauma en toda la región. Culminar este proceso con la Copa del Mundo sería inapropiado y peligroso.
La doble moral en el deporte internacional
La FIFA al ignorar los crímenes de guerra y premiar a Arabia Saudita evidencia que el deporte se ha convertido en una herramienta de legitimación autoritaria. La selección de sede es una decisión política por definición. En este caso, supone un aval tácito a un régimen que ha transgredido el derecho internacional.
Esto no puede pasar desapercibido. Es una traición a las víctimas y una señal para futuros violadores de que la impunidad será recompensada con prestigio.
Exigencia de acción y responsabilidad ética
Con el Mundial 2034 en el horizonte, FIFA, federaciones nacionales, patrocinadores, atletas y aficionados deben plantearse qué tipo de legado quieren dejar. No se trata solo de una competencia deportiva, sino de si se honran los valores del deporte y del derecho internacional.
Boicotear la Copa Saudí no es solo una cuestión futbolística: es una línea de defensa contra la normalización de crímenes de guerra, un respaldo a la justicia y al valor de la dignidad humana.
Mantente informado y ayuda a difundir la verdad
La lucha contra los crímenes de guerra continúa fuera de tribunales: en estadios, medios y conciencias que no aceptan el silencio. Al compartir información verificable y exigir investigaciones independientes, puedes contribuir a romper el manto de impunidad.
En BoycottSaudi2034.com seguimos recabando evidencia, respaldando a las víctimas y exigiendo responsabilidad. Acompáñanos para dejar claro que el deporte no puede sustituir a la justicia.