Por qué los “muros verdes” de Arabia Saudita no justifican ser sede de la Copa Mundial de la FIFA 2034
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Por qué los “muros verdes” de Arabia Saudita no justifican ser sede de la Copa Mundial de la FIFA 2034

Arabia Saudita ha sido noticia por sus “muros verdes”, jardines verticales que supuestamente enfriarán las ciudades, limpiarán el aire y darán un paso hacia la urbanización sostenible. En la superficie, esto suena a un avance revolucionario. Los medios locales afirman que estas nuevas tecnologías son prueba de que el Reino se toma en serio la lucha contra el cambio climático, la reducción del calor urbano y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Pero aquí es donde se complica: estos proyectos verdes se están implementando mientras Arabia Saudita organiza la Copa Mundial de la FIFA 2034, un evento que promete ser el mayor ejemplo contemporáneo de sportswashing. Ninguna cantidad de vegetación en rascacielos puede ocultar el historial del país en derechos humanos, su opresión estructural y las evidentes contradicciones de su política ambiental.

Muros verdes: una tecnología con beneficios reales

Aclaremos algo: los muros verdes en sí no son el problema. Han existido durante miles de años, utilizados por su belleza y funcionalidad —como dar sombra a los edificios, enfriarlos e incluso como fuente de alimentos—. La redescubierta contemporánea, liderada por el botánico francés Patrick Blanc a finales del siglo XX, emplea sistemas hidropónicos para cultivar plantas verticalmente sin suelo.

Estos sistemas pueden:

  • Reducir el efecto de isla de calor urbana
  • Proporcionar aislamiento natural a los edificios
  • Mejorar la calidad del aire
  • Reutilizar aguas grises y reducir el desperdicio de agua
  • Disminuir el consumo de energía para refrigeración

Arquitectos y líderes en sostenibilidad, como Faisal Al-Fadl en Arabia Saudita, destacan que los muros vivos pueden ayudar a las ciudades a pasar de una mentalidad de “consumo” a una de “regeneración”. Son un elemento probado del diseño sostenible.

El problema: la sostenibilidad como escudo de relaciones públicas

La promoción saudí de muros verdes y otros programas sostenibles coincide con sus esfuerzos por rebrandarse como una nación moderna y progresista de cara al Mundial 2034. No es casualidad. Forma parte de un programa más amplio de sportswashing: usar eventos deportivos de alto perfil para mejorar su imagen global y desviar la atención de los abusos a los derechos humanos.

La estrategia ambiental del Reino es selectiva. Arabia Saudita sigue dependiendo enormemente de las exportaciones de petróleo —uno de los mayores productores de carbono del mundo— mientras publicita jardines verticales en Riad o Yeda, e invierte miles de millones en proyectos colosales con graves implicaciones ecológicas y sociales, como Neom, una ciudad futurista en el desierto que plantea preocupaciones críticas sobre el desplazamiento humano y el impacto ambiental.

El contexto de derechos humanos que la FIFA no puede ignorar

Ser sede de la Copa del Mundo no es solo un evento deportivo: es una plataforma de legitimidad internacional. Otorgar este evento a un Estado con un historial tan grave en derechos humanos envía un mensaje equivocado. Arabia Saudita ha:

  • Criminalizado la disidencia y restringido severamente la libertad de expresión
  • Encarcelado y torturado a activistas por los derechos de las mujeres
  • Mantenido un sistema judicial que permite ejecuciones públicas
  • Imponido restricciones draconianas a las personas LGBTQ+
  • Dependido de mano de obra migrante explotada para sus megaproyectos

La experiencia del Mundial de Catar 2022 es una advertencia: pese a las promesas de reforma, miles de trabajadores sufrieron condiciones deplorables, con retrasos en pagos y entornos peligrosos. El sistema laboral saudí presenta los mismos riesgos.

Hype ambiental vs. realidad

Los muros verdes pueden lucir grandiosos en renders arquitectónicos, pero son soluciones localizadas frente a un daño ecológico masivo. Además del aumento en el uso de combustibles fósiles, los megaproyectos saudíes —hambrientos de energía— requieren enormes insumos de agua, materiales y energía, en un desierto ya presionado por el cambio climático.

También está el problema de la escala. Un par de edificios verdes en áreas urbanas no compensarán los vuelos internacionales, la construcción y las operaciones de un mes de Mundial, sin contar que el país planea construir nuevos estadios e infraestructura desde cero.

Por qué la FIFA debería prohibir que Arabia Saudita sea sede

La FIFA tiene el deber de evitar que la Copa del Mundo se use como herramienta de lavado reputacional. Permitir que Arabia Saudita organice en 2034 va contra los valores que afirma defender, como el respeto a los derechos humanos y al medioambiente.

Al celebrar el torneo en Arabia Saudita, la FIFA:

  • Legitimaría el sportswashing y sentaría un precedente de priorizar la imagen sobre la ética
  • Ignoraría los derechos laborales y la seguridad de los trabajadores
  • Haría la vista gorda ante las restricciones a la libertad de prensa, de los aficionados y de la comunidad LGBTQ+
  • Sancionaría un “paradigma verde” en el que acciones cosméticas ocultan una devastación ambiental a gran escala

El greenwashing del Mundial

Los muros verdes no son solo un proyecto de sostenibilidad; aquí forman parte del greenwashing de la candidatura al Mundial 2034. El Reino puede exhibir estos proyectos como prueba de cambio ambiental, mientras evita reformas fundamentales.

Es una estrategia de comunicación deliberada:

  • Resaltar iniciativas verdes a pequeña escala —muros verdes, paradas de autobús solares, campañas de reforestación—
  • Minimizar el daño ambiental a gran escala —perforación petrolera, devastación ecológica de megaproyectos—
  • Vincular “progreso” con acción significativa —usando el Mundial para afianzar la imagen de una nación moderna y consciente del clima—

Ninguna fachada verde puede ocultar la verdad

Los muros verdes son una herramienta real para mejorar las ciudades, pero en manos de gobiernos represivos que se preparan para megaeventos globales, pueden convertirse en instrumentos de distracción. La candidatura saudí para el Mundial 2034 no es solo sobre fútbol; es sobre rehacer su imagen internacional evitando la rendición de cuentas.

Para la FIFA, la elección es clara: defender los principios de derechos humanos y sostenibilidad, o ser parte de la mayor campaña de sportswashing de nuestra época. Si realmente cree en el juego limpio —dentro y fuera de la cancha—, debe actuar y no permitir que Arabia Saudita organice el Mundial en 2034.