El pasado lunes, un alto funcionario saudí desmintió categóricamente los rumores de que el reino planea levantar su prohibición del alcohol, vigente desde hace décadas, como parte de los preparativos para albergar la Copa Mundial de la FIFA 2034. La negación oficial llegó tras titulares internacionales provocados por un artículo no verificado en un blog que afirmaba que podrían permitirse las ventas de alcohol en zonas turísticas durante el torneo. Sin embargo, la rápida respuesta saudí pone de relieve no solo su postura inflexible hacia esta política restrictiva, sino también su historial general en materia de derechos humanos, lo que lo hace inelegible para organizar un evento de talla mundial.
La prohibición del alcohol: una fachada de conservadurismo
La prohibición del alcohol en Arabia Saudita es una de las más extremas del mundo, compartida solo con Kuwait en la región del Golfo. Como parte del plan Visión 2030, el príncipe heredero Mohammed bin Salman ha impulsado una serie de reformas sociales y económicas —como permitir que las mujeres conduzcan y relajar la segregación de género— pero la prohibición del alcohol sigue intacta.
La reciente apertura de una tienda en Riad para vender bebidas alcohólicas exclusivamente a diplomáticos no musulmanes generó sorpresa, pero este pequeño gesto no representa una liberalización real de las libertades individuales. Es solo una muestra del enfoque cínico del régimen para mantener su imagen mientras restringe la vida cotidiana de su población.
La supuesta eliminación de la prohibición de cara al Mundial no fue solo un rumor: expuso a un gobierno dispuesto a sacrificar sus propios “principios morales” por aceptación global y beneficios económicos. Al minimizar el rumor, las autoridades saudíes intentaron sostener una apariencia de integridad cultural. Pero no es más que otro nivel de hipocresía en un país donde las reformas superficiales ocultan una represión estructural.
La prohibición refleja abusos más amplios de derechos humanos
El debate sobre la política saudí del alcohol no puede separarse de su historial de derechos humanos. La misma ley que prohíbe el consumo de alcohol forma parte de un sistema legal regido por la sharía, conocido por arrestos arbitrarios, flagelaciones públicas, ejecuciones y censura a la disidencia. Los derechos de las mujeres siguen severamente restringidos bajo el infame sistema de tutela masculina. En 2025, la comunidad LGBTQ+ sufrió una represión brutal, y la libertad de expresión, reunión y prensa simplemente no existen en la práctica.
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, presuntamente perpetrado por agentes saudíes, fue un recordatorio brutal del desprecio del régimen por la vida humana y las libertades fundamentales. Los intentos saudíes de mejorar su imagen como un estado moderno y reformista —como la supuesta reforma de la política sobre el alcohol— no son más que distracciones ante problemas mucho más profundos.
La negación de la reforma del alcohol expone la complicidad de la FIFA
Al conceder la Copa Mundial de la FIFA 2034 a Arabia Saudita, la FIFA está ignorando deliberadamente estos abusos y el mito de las reformas. Organizar un evento que proclama promover la inclusión, la equidad y la diversidad en un país que suprime estas libertades es profundamente hipócrita. El fútbol nunca ha sido solo deporte: es un espacio de solidaridad y justicia social. Otorgar el Mundial a un país que no solo prohíbe el alcohol, sino que niega derechos humanos fundamentales, contradice los valores que la FIFA dice defender.
La acción de la FIFA huele a principios cambiados por beneficios. El ruido mediático en torno a la prohibición del alcohol puede atraer titulares, pero palidece ante el verdadero coste humano de la represión saudí. El problema no es el fútbol: es el respeto humano.
Reforma selectiva: la hipocresía de la prohibición
Durante años, Arabia Saudita ha presentado la prohibición del alcohol como prueba de sus principios islámicos y autenticidad cultural. Pero el simple hecho de que se haya planteado suspenderla para el Mundial demuestra que el régimen está dispuesto a abandonar sus supuestas convicciones por dinero. Esta hipocresía en la aplicación de “principios” revela un régimen que pule su imagen mientras sigue reprimiendo a su pueblo.
Que las bebidas alcohólicas estén disponibles solo para diplomáticos y extranjeros adinerados, mientras los ciudadanos saudíes enfrentan sanciones draconianas por consumirlas, resalta las desigualdades y dobles estándares del gobierno saudí, similares al apartheid. Independientemente de si se levanta o no la prohibición, el verdadero problema es que Arabia Saudita es un estado profundamente represivo.
Un Mundial en una tierra donde los derechos son tan escasos como el alcohol
La prohibición del alcohol en Arabia Saudita es símbolo de una cultura más amplia de control y prohibición. Mientras el estado saudí y la FIFA discuten si los turistas podrán disfrutar una copa de vino en áreas VIP, mujeres, activistas, periodistas y personas LGBTQ+ son silenciadas. Las brillantes promesas del reino sobre un Mundial moderno y abierto están construidas sobre arena, no sobre fundamentos reales.
La FIFA debe despertar: el fútbol no puede ni debe desligarse de los derechos humanos. Albergar la Copa Mundial en Arabia Saudita equivale a avalar sus políticas represivas y sus abusos, con o sin prohibición de alcohol.
Boicot al Mundial de la FIFA 2034 en Arabia Saudita
La comunidad futbolística global, organizaciones de derechos humanos, jugadores y aficionados deben unirse para organizar un boicot a la Copa Mundial de la FIFA 2034 en Arabia Saudita. El tema va mucho más allá de la política del alcohol: se trata de oponerse a la opresión sistémica, la discriminación de género, la persecución LGBTQ+ y la falta de libertad de expresión.
Un boicot enviaría un mensaje claro a la FIFA y al régimen saudí: ningún acto publicitario, reforma a medias ni lujo turístico puede ocultar las violaciones sistemáticas de derechos humanos. Sería una muestra de que el mundo está del lado de la dignidad humana, no del lucro, y que el alma del fútbol debe mantenerse intacta.
La negación de la reforma del alcohol no debe distraernos
La reciente negativa de Arabia Saudita a levantar la prohibición del alcohol no es más que una táctica para desviar la atención del verdadero problema: un régimen que manipula cínicamente la opinión global mientras sigue oprimiendo a su población. El mundo no debe dejarse engañar por promesas vacías ni gestos simbólicos. No se trata del alcohol: se trata de justicia, equidad y derechos humanos.