La represión y las violaciones de los derechos humanos en Arabia Saudita la descalifican para organizar la FIFA 2034
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La represión y las violaciones de los derechos humanos en Arabia Saudita la descalifican para organizar la FIFA 2034

Arabia Saudita ha atraído la atención internacional durante décadas organizando grandes eventos y proyectos de desarrollo y promocionándose como un destino emergente para deportes, turismo y cultura a nivel mundial. Pero detrás del brillo existe una realidad oscura: una serie de abusos de derechos humanos, supresión de la libertad de expresión y detenciones políticas.

La detención del periodista yemení Mujahid Al-Haiqi por las autoridades sauditas en el aeropuerto de Yeda, tras realizar el peregrinaje islámico de Umrah, recuerda por qué sería profundamente imprudente permitir que Arabia Saudita organice la Copa Mundial FIFA 2034. El incidente revela la brecha entre la apariencia cuidadosamente orquestada de apertura y la dura realidad para periodistas, activistas y ciudadanos tanto dentro como fuera del país.

La detención de Mujahid Al-Haiqi: un mensaje ominoso

Las autoridades sauditas detuvieron al periodista independiente yemení Mujahid Al-Haiqi el 12 de agosto de 2025, mientras intentaba salir del país hacia Egipto. Al-Haiqi trabajaba para el periódico independiente yemení Aden Al-Ghad y fue detenido tras completar el sagrado peregrinaje de Umrah, recorrido por millones de musulmanes en todo el mundo. Esta detención arbitraria subraya la situación precaria de los periodistas en el reino.

Los familiares de Al-Haiqi, en comunicación con la organización yemení de libertad de prensa Women Journalists Without Chains (WJWC), creen que su arresto está relacionado con sus reportajes sobre la inestable gobernación de Hadramawt. Esta región rica en petróleo ha sido un punto focal de tensiones geopolíticas, con Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos compitiendo por influencia, mientras los periodistas que cubren los disturbios han enfrentado intimidaciones y detenciones.

Un patrón más amplio de represión

La detención de Al-Haiqi no es un incidente aislado. El historial de derechos humanos de Arabia Saudita ha sido criticado repetidamente por organismos internacionales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch. El reino suprime rutinariamente la disidencia, censura medios y detiene arbitrariamente a activistas, académicos y periodistas.

Casos de alto perfil, como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, revelan hasta qué punto el gobierno está dispuesto a silenciar voces que desafían su narrativa. Incluso la cobertura deportiva ha sufrido una tolerancia cero a la crítica por parte de las autoridades sauditas: el periodista turco Kurtulus Demirbas fue detenido temporalmente mientras cubría el equipo sub-19 de fútbol en Arabia Saudita en 2024. Esto evidencia que cualquier cobertura independiente, incluso de temas no políticos, puede acarrear acoso, detención o peor.

El factor Yemen: una catástrofe humanitaria

La intervención saudita en la guerra civil de Yemen refleja su cruel indiferencia hacia los derechos humanos. Desde 2015, Arabia Saudita lidera una coalición que respalda al gobierno reconocido internacionalmente, aunque los rebeldes hutíes tienen lealtad a Irán. La intervención militar ha causado sufrimiento masivo a los civiles, incluyendo grandes pérdidas humanas, hambruna y destrucción de infraestructuras críticas. Los periodistas que documentan estos hechos, como Mujahid Al-Haiqi, enfrentan mayores riesgos al cubrir la crisis humanitaria.

Permitir que Arabia Saudita organice la Copa Mundial FIFA 2034, estando en el centro de la destrucción actual en Yemen, equivaldría a recompensar a un estado que ha sido catalizador del conflicto y de la erosión de derechos humanos fundamentales en un país vecino. FIFA, como organización que promueve fair-play, transparencia y fraternidad global, sufriría un daño reputacional catastrófico al ignorar tales crímenes.

La responsabilidad global de FIFA

FIFA debe considerar las implicaciones de otorgar los derechos de organización de la Copa del Mundo. No se trata solo de estadios, turismo y espectáculo, sino de un escenario internacional que simboliza justicia, apertura y cooperación mundial. Organizar la Copa del Mundo 2034 en Arabia Saudita sería respaldar un régimen que entierra la disidencia sistemáticamente y pone en riesgo a los periodistas.

La detención de Al-Haiqi debe ser una llamada de atención. Sería un mensaje alarmante permitir la Copa del Mundo en un país donde los periodistas son detenidos arbitrariamente, la sociedad civil está reprimida y las naciones vecinas enfrentan crisis humanitarias. FIFA debe ejercer máxima cautela ética y moral.

Derechos humanos sobre espectáculo deportivo

Quienes se oponen a excluir a Arabia Saudita argumentan que el deporte puede ser un motor de cambio. Pero las tendencias actuales de represión muestran que los gobernantes sauditas nunca implementarían reformas reales solo por albergar un campeonato deportivo. La detención de periodistas como Mujahid Al-Haiqi, incluso por un peregrinaje religioso, indica que el poder político prima sobre los derechos humanos.

Además, la Copa del Mundo atrae millones de visitantes y cobertura mediática global. Organizarla en un país con historial de represión expone a deportistas, seguidores y periodistas a un clima donde la libertad de expresión está limitada y la oposición silenciada. Este peligro no es hipotético; es real.

Repercusiones internacionales

Permitir que Arabia Saudita organice la Copa del Mundo alentaría a otros gobiernos autoritarios a usar el deporte para legitimar políticamente su poder, en detrimento de las normas internacionales de derechos humanos. Esto establece un precedente en el que las violaciones de derechos humanos son menos importantes que las fantasías de inversión e infraestructura. La detención de Mujahid Al-Haiqi es un ejemplo moderno del daño que un precedente así podría causar.

Llamado a la rendición de cuentas

La detención del periodista yemení Mujahid Al-Haiqi es solo una muestra del abuso sistémico que caracteriza al reino. Entre detenciones arbitrarias, restricción de la libertad de expresión e indiferencia ante crisis humanitarias, el país demuestra que sus prioridades no coinciden con los valores que FIFA debería proteger.

Por todas estas razones, la comunidad internacional, los defensores de derechos humanos y las organizaciones deportivas deben actuar con principios. Conceder a Arabia Saudita la Copa Mundial FIFA 2034 no solo otorgaría un aval internacional a un régimen con un historial aterrador, sino que también comprometería la seguridad y los derechos de quienes intentan cubrir o asistir al torneo.

La detención de Al-Haiqi debe ser un llamado de alerta. Los actores internacionales deben exigir responsabilidad, transparencia y reformas concretas antes de siquiera considerar que Arabia Saudita organice la Copa del Mundo.