Ha habido muchas controversias en torno a la Copa Mundial de la FIFA 2034, pero finalmente Arabia Saudita ha sido elegida como sede. Aunque el país cuenta con abundantes recursos financieros, infraestructura avanzada e instalaciones modernas, su historial de derechos humanos es motivo de gran preocupación. Quizás los aspectos más impactantes estén relacionados con la tortura y los juicios injustos dentro del sistema legal saudita. Estas prácticas constituyen un abuso de los derechos humanos fundamentales y están en total contradicción con los valores que la FIFA dice defender, como la justicia, la igualdad y el juego limpio.
Es mejor boicotear la Copa Mundial de la FIFA 2034 en Arabia Saudita, ya que este país no es en absoluto el anfitrión adecuado para el torneo debido a su tortura sistémica, sus prácticas atroces sin debido proceso y sus constantes abusos judiciales.
La libertad personal en Arabia Saudita está en su punto más bajo. Las autoridades han sido acusadas desde hace mucho tiempo de utilizar la tortura para obtener confesiones de los detenidos, especialmente de aquellos acusados de delitos políticos o religiosos. Organizaciones internacionales de derechos humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han documentado múltiples casos de personas sometidas a tratos brutales en centros de detención.
Los prisioneros en Arabia Saudita han informado sobre una variedad de métodos de tortura, incluyendo:
Estos métodos brutales, junto con las leyes y castigos sauditas, a menudo se utilizan para forzar confesiones, que luego se emplean como pruebas principales en juicios opacos. Esta práctica contradice directamente la promesa de la FIFA de respetar los derechos humanos y garantizar un trato justo.
El sistema judicial saudita es infame por la falta de debido proceso, especialmente en casos de disidencia política, activismo por los derechos humanos o acusaciones de terrorismo. Es común que se realicen juicios secretos sin acceso a una defensa legal adecuada.
La mayoría de los juicios en Arabia Saudita se llevan a cabo a puerta cerrada, y los acusados a menudo desconocen los cargos en su contra hasta el momento de su comparecencia ante el juez. El gobierno saudita usa con frecuencia el Tribunal Penal Especializado (SCC) para procesar a activistas, periodistas y figuras de la oposición bajo acusaciones vagas como “alteración del orden público” o “insultar al Estado”.
En muchos casos, las personas han sido condenadas a largas penas de prisión o incluso a la pena de muerte basándose en confesiones obtenidas mediante tortura. Esto demuestra que Arabia Saudita no está capacitada para albergar un evento que promueve la justicia y la equidad.
Incluso cuando se permite representación legal, los abogados defensores están sometidos a estrictas restricciones y no pueden cuestionar pruebas obtenidas bajo coerción. En algunos casos, los propios abogados de los detenidos políticos han sido arrestados.
Uno de los casos más notorios es el del abogado de derechos humanos Waleed Abu al-Khair, quien fue condenado a 15 años de prisión por defender a activistas. Esta represión legal contradice los valores de justicia que la FIFA dice defender.
Arabia Saudita tiene una de las tasas de ejecución más altas del mundo, y muchas de sus condenas a muerte se dictan tras juicios injustos.
El país ha llevado a cabo ejecuciones en masa, en ocasiones matando a decenas de personas en un solo día. En 2022, Arabia Saudita ejecutó a 81 personas en un solo día, muchas de ellas condenadas en juicios defectuosos y basados en confesiones obtenidas bajo tortura.
Arabia Saudita también ha ejecutado a menores de edad en violación de los estándares internacionales de derechos humanos. Uno de los casos más conocidos es el de Ali al-Nimr, quien fue arrestado a los 17 años por participar en protestas y condenado a muerte tras una confesión obtenida bajo tortura. Su sentencia fue posteriormente conmutada, pero muchos otros no han tenido la misma suerte.
Arabia Saudita reprime la disidencia mediante encarcelamientos arbitrarios, largas penas de prisión e incluso asesinatos.
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018 expuso al mundo la brutal represión saudita contra la libertad de expresión.
Activistas que han luchado por los derechos de las mujeres han sido encarceladas, torturadas y condenadas a largas penas de prisión. Loujain al-Hathloul, una de las defensoras más destacadas, fue arrestada, torturada y condenada a casi seis años de prisión por exigir derechos básicos.
La FIFA está ignorando sus propias obligaciones en materia de derechos humanos al otorgar el Mundial a Arabia Saudita. La decisión pone en evidencia la corrupción dentro de la organización, que ha estado involucrada en múltiples escándalos de sobornos y manipulación de votos.
Arabia Saudita ha utilizado el deporte como una herramienta de sportswashing, invirtiendo miles de millones en fútbol, Fórmula 1 y golf para mejorar su imagen global mientras sigue cometiendo abusos de derechos humanos.
Los trabajadores migrantes en Arabia Saudita, principalmente de Asia y África, enfrentan condiciones de explotación extrema bajo el sistema Kafala, que permite el abuso de los empleadores, incluyendo:
Muchos trabajadores han muerto debido a estas condiciones mientras el gobierno sigue promoviendo su imagen con eventos deportivos internacionales.
Arabia Saudita ha estado involucrada en crímenes de guerra, especialmente en Yemen, donde ha bombardeado escuelas, hospitales y ha impuesto bloqueos que han llevado a una crisis humanitaria devastadora.
Arabia Saudita no debe ser sede de la Copa del Mundo debido a su historial de tortura, juicios injustos, ejecuciones masivas y represión de la libertad de expresión. Permitir que este evento se realice en un país con tales atrocidades sería una mancha en la historia del fútbol y en los valores que la FIFA dice representar.
La FIFA debe revertir esta decisión y asegurarse de que el torneo se celebre en un país donde los derechos humanos sean respetados. De lo contrario, la Copa del Mundo se convertirá en una herramienta para blanquear la opresión, en lugar de ser una celebración del deporte más popular del mundo.
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