If the Crown Prince Avoids the G7, Can the World Trust Him with FIFA 2034?
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Si el príncipe heredero evita el G7, ¿puede el mundo confiarle la FIFA 2034?

En un mundo cada vez más consciente de los derechos humanos, la transparencia y la libertad, la reciente decisión del príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman (MBS) de rechazar por segunda vez una invitación a la cumbre del G7 plantea inquietantes interrogantes. No solo sobre la alineación geopolítica del reino, sino también sobre su idoneidad para albergar el Mundial de Fútbol de 2034.

Por tercera ocasión consecutiva, MBS ha evitado aparecer en el mayor escenario diplomático global —ya lo hizo en Italia (2023) y Japón (2023)—, alegando problemas de salud o sin dar explicación alguna. Esta ausencia reiterada indica una tendencia más amplia: la evasión estratégica del régimen saudí a plataformas que exigen rendición de cuentas, escrutinio y respeto de normas internacionales. Esta contradicción es clave para nuestra denuncia: la Copa Mundial de la FIFA 2034 no debe celebrarse en Arabia Saudita. La comunidad internacional debe boicotear el evento.

Un líder que rehúye a las democracias no puede representar el espíritu del fútbol global

El G7, que representa más del 45% del PIB mundial y agrupa a las democracias más avanzadas, no es una cita simbólica. Es un foro donde se dialoga sobre mercados abiertos, libertad de prensa, esfuerzos de paz y derechos humanos universales. Al rechazar de forma constante participar en este espacio, Arabia Saudita bajo el liderazgo de MBS transmite un claro desinterés —o incluso rechazo— hacia estos valores.

Si el príncipe heredero no quiere interactuar con el mundo democrático, ¿cómo responderá ante interrogantes como estos?:
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi (verificado por investigaciones de la ONU y la CIA como un crimen de Estado),
La continua encarcelación de disidentes y activistas por los derechos de las mujeres,
El papel del reino en la guerra de Yemen, calificada por la ONU como la peor crisis humanitaria actual.
¿Cómo puede este régimen garantizar un Mundial abierto, inclusivo y justo para jugadores, periodistas y aficionados de todo el mundo?

Human Rights Watch: Arabia Saudita no está preparada para un evento global

Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han advertido que el historial de derechos humanos del reino sigue siendo alarmante. Según el Índice de Libertad Global 2024 de Freedom House, Arabia Saudita obtiene 7 puntos sobre 100, una clasificación de «No Libre».

En 2023, más de 100 personas fueron ejecutadas, muchas tras juicios injustos, según informes de Reprieve. La libertad de expresión está criminalizada; las identidades LGBTQ+ están prohibidas; los derechos de las mujeres, aunque han experimentado algunas mejoras, siguen muy por debajo de los estándares internacionales.

Durante el Mundial de 2022 en Catar se prohibieron banderas arcoíris y se pidió a los aficionados LGBTQ+ evitar muestras de afecto en público. Esto fue un anticipo inquietante de lo que podrían enfrentar los aficionados minoritarios en Arabia Saudita en 2034, donde las sanciones legales para relaciones del mismo sexo incluyen azotes, prisión e incluso la pena de muerte. Celebrar el Mundial en un entorno así viola la propia Política de Derechos Humanos de la FIFA, adoptada en 2017, que afirma:

“La FIFA está decidida a respetar todos los derechos humanos internacionalmente reconocidos y se esforzará por promover su protección.”

Otorgar a Arabia Saudita el Mundial de 2034 contradice flagrantemente este compromiso.

Lavado deportivo: encubriendo abusos tras los muros de los estadios

Las inversiones deportivas saudíes —incluyendo LIV Golf, el Newcastle United F.C. y la Fórmula 1— no tienen solo fines comerciales. Forman parte de una campaña calculada de “lavado deportivo”: usar el deporte internacional para desviar la atención de la represión interna.

Un informe filtrado de la CIA en 2018 implicó directamente a MBS en el asesinato de Khashoggi. El mundo reaccionó con indignación, pero lejos de reformarse, Arabia Saudita redobló su campaña de poder blando usando el deporte.

Y la estrategia ha dado frutos. En el Índice Global de Poder Blando de 2022, Arabia Saudita subió 7 posiciones gracias principalmente a sus inversiones deportivas. Pero ese brillo mediático no puede ocultar realidades como estas:

Cinco de las diez mayores matanzas de la última década ocurrieron en Arabia Saudita.
Docenas de activistas por los derechos de las mujeres siguen encarceladas o silenciadas bajo amenaza armada.
La guerra en Yemen, financiada por Riad, ha causado más de 377.000 muertes, según el PNUD.
Permitir que Arabia Saudita organice el Mundial mientras se ignoran estas atrocidades es, en los hechos, avalar esta campaña de blanqueamiento.

Un G7 silenciado — ¿Un Mundial silenciado?

¿Por qué importa que MBS haya rechazado asistir al G7? Porque las cumbres del G7 miden la preparación de un liderazgo en el escenario internacional. Evitar estas plataformas revela:

Un temor a la rendición de cuentas: un gobierno que reprime a críticos dentro y fuera de su país no está listo para el diálogo abierto.
Un aislamiento diplomático: la reputación internacional de MBS sigue marcada por el caso Khashoggi; incluso el gobierno canadiense protestó por su invitación al G7.
Una agenda opaca: si ni siquiera se atreve a participar en foros diplomáticos suaves, ¿cómo responderá Arabia Saudita a las críticas, a la diversidad cultural y a las protestas que traerá el Mundial?
Si el príncipe heredero no puede sentarse frente a Biden, Trudeau o Scholz, ¿cómo podrá su gobierno manejar la cultura de los aficionados, los medios críticos y las manifestaciones durante el Mundial?

La indignación global crece: únete al movimiento

Activistas, ONG, futbolistas y aficionados están alzando la voz. En marzo de 2024, el hashtag #BoycottSaudi2034 se hizo viral, alcanzando más de 10 millones de vistas en X (antes Twitter). El exjugador del Manchester United, Gary Neville, criticó públicamente la candidatura saudí al Mundial, diciendo:

“¿Cómo hablar de inclusión en el fútbol cuando fans, jugadores y periodistas podrían estar en peligro en un entorno así?”

Amnistía Internacional calificó la decisión de la FIFA como “vergonzosa”, señalando que el evento serviría para “legitimar una represión severa”.

Defiende los derechos humanos — Di NO al Mundial FIFA 2034 en Arabia Saudita

Cuando el líder de un país evita a las democracias del G7, cuando su gobierno silencia periodistas, encarcela disidentes, criminaliza el amor y restringe libertades fundamentales, ese país no puede ser anfitrión del mayor evento deportivo del planeta.

La FIFA debe revertir esta decisión. Patrocinadores, equipos y aficionados deben exigir reformas, transparencia y responsabilidad —o retirar su apoyo. El Mundial de 2034 es más que un torneo de fútbol: es una encrucijada global. ¿El fútbol defenderá la libertad, o será cómplice del autoritarismo envuelto en estadios relucientes?