La fachada de relaciones públicas de Arabia Saudita: MoU de auditoría y el caso de un boicot al Mundial 2034
Credit: Arab News

La fachada de relaciones públicas de Arabia Saudita: MoU de auditoría y el caso de un boicot al Mundial 2034

Arabia Saudita está haciendo todo lo posible para suavizar su reputación internacional antes de albergar la Copa Mundial de la FIFA 2034, pero bajo la promesa de reformas hay una distracción cuidadosamente planeada. La Autoridad de Auditoría saudí firmó recientemente un acuerdo de cooperación con la Junta de Auditoría e Inspección de Corea del Sur, presentándolo como un esfuerzo de transparencia y buen gobierno.

A primera vista, esto puede parecer un paso en la dirección correcta, pero los críticos dicen que no es más que la última jugada en el antiguo juego de sportswashing saudí. Al destacar estas alianzas, el Reino busca presentarse al mundo como moderno, responsable y capaz de organizar grandes eventos internacionales.

El reciente Memorando de Entendimiento (MoU) de Arabia Saudita con el auditor nacional de Corea del Sur—presentado como un movimiento visionario hacia mayor transparencia y rendición de cuentas—es, en el peor de los casos, parte del sofisticado aparato de sportswashing del reino, destinado a mantener a la opinión pública mundial en negación sobre sus atroces abusos a los derechos humanos. Tras haber concedido al régimen el Mundial 2034, el MoU sirve ahora como un conveniente encubrimiento.

La ilusión de transparencia

El MoU de Seúl entre la Corte General de Auditoría saudí y la Junta de Auditoría e Inspección de Corea del Sur fue elogiado como un avance hacia la mejora de la gobernanza y la responsabilidad. Sin embargo, tales acuerdos son más teatro político que reformas reales. Las instituciones saudíes no son libres, sino que están bajo el control de la monarquía, por lo que cualquier discurso de rendición de cuentas no es más que simple retórica vacía.

La firma de acuerdos internacionales ayuda a Arabia Saudita a embellecer su imagen global, dando la impresión de ser una nación moderna y responsable. Pero en el ámbito interno, la oposición es silenciada, no existe sociedad civil y la corrupción está profundamente arraigada. Esto no es una reforma: es lavado de reputación.

El costo humano de las ambiciones mundialistas de Arabia Saudita

El próximo Mundial exige una inversión masiva en infraestructura: nuevos estadios, hoteles, redes de transporte y megaproyectos de lujo vinculados a la Visión 2030. Estos proyectos dependen en gran medida de trabajadores migrantes, quienes enfrentan algunas de las condiciones laborales más duras del mundo. La magnitud del sufrimiento es alarmante:

  • Se estima que más de 21.000 trabajadores migrantes han muerto en megaproyectos saudíes como NEOM desde 2017.
  • Entre 2008 y 2022, 13.685 trabajadores bangladesíes perdieron la vida en Arabia Saudita. Solo en 2022, ocurrieron más de 1.500 muertes, un promedio de cuatro por día.
  • Los 13,4 millones de trabajadores migrantes de Arabia Saudita, que representan el 42% de la población, siguen atrapados en el sistema explotador de kafala.

Estos trabajadores sufren calor extremo, salarios impagos, confiscación de pasaportes y ausencia de derechos sindicales. Son los mismos encargados de construir la fantasía mundialista saudí—al costo de sus propias vidas.

La complicidad de la FIFA

Las directrices de derechos humanos de la FIFA exigen que los países anfitriones respeten las libertades fundamentales y protejan a los trabajadores. Sin embargo, al otorgar el torneo de 2034 a Arabia Saudita, la FIFA abandonó sus principios.

  • La candidatura saudí ignoró las preocupaciones sobre los trabajadores migrantes y rechazó las demandas de sindicatos laborales.
  • Los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTQ+ quedaron fuera de cualquier compromiso vinculante de reforma.
  • La sociedad civil no fue consultada, dejando sin voz a quienes más sufrirán las consecuencias.

Con su voto a favor de Arabia Saudita, la FIFA envía un mensaje claro: la imagen y el dinero están por encima de los derechos humanos.

Represión detrás del brillo

Mientras Arabia Saudita se presenta en el exterior como un Estado modernizador, la realidad interna cuenta otra historia. Activistas, periodistas y disidentes siguen enfrentando prisión, tortura e incluso ejecuciones. El asesinato de Jamal Khashoggi sigue siendo un símbolo de cómo el régimen elimina a sus críticos.

Activistas como Loujain al-Hathloul fueron torturadas solo por reclamar el derecho a conducir. Usuarios de redes sociales enfrentan décadas de cárcel por un simple tuit. Las personas LGBTQ+ viven bajo la amenaza de prisión o muerte. Incluso mujeres jóvenes catalogadas como “desobedientes” pueden ser encarceladas en “hogares de cuidado” que funcionan como prisiones encubiertas. Este es el clima en el que la FIFA espera que aficionados, equipos y patrocinadores celebren el fútbol.

La estrategia mayor: el sportswashing

Las inversiones saudíes en Fórmula 1, boxeo, golf y ahora el Mundial no tienen nada que ver con el deporte: se trata de poder. El sportswashing permite al régimen proyectar una imagen brillante al mundo mientras mantiene la represión sistémica dentro del reino. El reciente MoU con el órgano auditor de Corea del Sur forma parte de esta misma estrategia: construir legitimidad internacional sin ofrecer libertad ni rendición de cuentas a su propio pueblo.

Como advirtió la activista saudí Lina al-Hathloul, los aficionados vivirán dentro de una burbuja meticulosamente diseñada durante el Mundial, aislados de las duras realidades de represión, explotación laboral y discriminación. El fútbol podría convertirse en la herramienta propagandística más poderosa del reino.

Creciente resistencia global

La adjudicación del Mundial 2034 a Arabia Saudita ha provocado indignación mundial. Organizaciones de derechos humanos alertan sobre una crisis catastrófica si el evento sigue adelante sin reformas. Los críticos trazan paralelismos escalofriantes con los Juegos Olímpicos de 1936 en la Alemania nazi, otro evento internacional usado para encubrir un régimen despótico.

Aficionados, trabajadores y movimientos de derechos humanos en todo el mundo comienzan a organizarse, argumentando que la reputación de la FIFA está por los suelos y que el deporte más popular del planeta no debe ser un escudo para dictaduras.

Defender el fútbol, defender la libertad

El MoU de Arabia Saudita con Corea del Sur puede proclamarse como un avance hacia la rendición de cuentas, pero nada puede ocultar el dolor de los trabajadores, la represión de disidentes ni la supresión de libertades fundamentales. Otorgar el Mundial a un régimen así no es solo una traición al fútbol—es una traición a la humanidad.

Este es un momento decisivo. El mundo puede permanecer en silencio y dejar que el fútbol sea un instrumento de propaganda autoritaria, o puede resistir. Los aficionados, jugadores, patrocinadores y gobiernos deben actuar. El llamado es claro:

  • Rechazar legitimar un torneo basado en la explotación.
  • Exigir protecciones vinculantes de derechos humanos antes de iniciar las preparaciones.
  • Presionar a la FIFA y a sus patrocinadores para retirar su apoyo.

El fútbol debe unir al mundo en alegría y dignidad—no en silencio ni complicidad.

Boicot a Arabia Saudita 2034. Porque el fútbol nunca debe costar libertad ni vidas.