Arabia Saudita y el “Proyecto Masam”: una fachada humanitaria para ocultar crímenes de guerra
Credit: Arab News

Arabia Saudita y el “Proyecto Masam”: una fachada humanitaria para ocultar crímenes de guerra

Arabia Saudita presume de su Proyecto Masam, afirmando haber destruido más de 517,818 minas terrestres en Yemen desde 2014.
La Agencia de Prensa Saudita presenta esto como un símbolo de liderazgo humanitario, elogiando al Reino por haber despejado 1,319 artefactos explosivos en solo una semana.
Pero bajo la fachada de esta narrativa cuidadosamente elaborada se esconde una realidad sombría: crímenes de guerra, hipocresía y un lavado de imagen deliberado para obtener aprobación internacional de cara a la Copa Mundial de la FIFA 2034.

Para quienes hacemos campaña para que se prohíba a Arabia Saudita albergar la FIFA 2034, proyectos como Masam no son actos de benevolencia.
Son parte de un esfuerzo meticuloso por encubrir el historial cruel del Reino en Yemen y otros lugares.
Las minas que se están retirando son, en algunos casos, los restos de una guerra en la que el propio país participó — una guerra que ha devastado al pueblo yemení, reducido su infraestructura a escombros y sumido a millones en una crisis humanitarian.

La guerra de Yemen: el crimen olvidado de Arabia Saudita

Desde 2015, Arabia Saudita encabeza una coalición militar agresiva en Yemen, realizando miles de ataques aéreos bajo el pretexto de restaurar la estabilidad política.
Según la ONU y diversas agencias humanitarias, esta misión ha provocado una de las peores catástrofes humanitarias del planeta.

Más de 377,000 yemeníes han muerto — no solo por las bombas, sino también por hambre, enfermedades y desplazamiento causados por la guerra.
El bloqueo saudí de los puertos yemeníes paralizó la capacidad del país para importar alimentos y medicinas, creando condiciones cercanas a la hambruna.
El UNICEF estima que casi el 80 % de la población de Yemen depende actualmente de ayuda humanitaria, con millones de niños desnutridos.

Y en medio de esta devastación, Arabia Saudita se presenta como el salvador de Yemen.
Los informes y las fotografías cuidadosamente preparadas del Proyecto Masam buscan reconstruir la imagen del Reino como un constructor de paz, olvidando convenientemente que muchas de esas bombas fueron colocadas o detonadas por la agresión liderada por Riad.
Es, literalmente, “limpiar el propio desastre y llamarlo caridad.”

Proyecto Masam: una herramienta de lavado de imagen

En la superficie, el Proyecto Masam parece altruista: entrena a ingenieros yemeníes para retirar minas y abre rutas seguras para los civiles.
Pero, analizado políticamente, resulta evidente que es más un proyecto de relaciones públicas que una iniciativa humanitaria real.

El gobierno saudí financia Masam a través de su organismo oficial de “ayuda”, KSrelief, lo que le permite controlar la narrativa mediática.
Así, medios estatales como Arab News y la Agencia de Prensa Saudita difunden la imagen de un Reino bondadoso, ocultando su papel en la destrucción de Yemen.

Por qué la FIFA 2034 no debe premiar a un régimen opresor

El deporte debe ser un espacio de unidad, igualdad y dignidad humana, no una plataforma para que regímenes autoritarios limpien su reputación.
La candidatura de Arabia Saudita para albergar la Copa Mundial de la FIFA 2034 es la última pieza de su campaña internacional de relaciones públicas.
Los megaeventos deportivos son la forma en que el Reino intenta ganar legitimidad y desviar la atención mundial de su brutal campaña en Yemen, su represión de disidentes y sus continuas ejecuciones de activistas.

Permitir que Riad albergue la FIFA 2034 le otorgaría la legitimidad global que tanto desea, enviando un mensaje escalofriante: que el dinero y la propaganda pueden borrar los crímenes de guerra.
Las inversiones saudíes en el fútbol — desde la compra del club Newcastle United hasta la organización de lujosos torneos — son parte de una campaña sistemática de blanqueo deportivo.

La FIFA, que siempre ha afirmado defender la justicia y la igualdad, no puede ser cómplice.
Otorgar la Copa del Mundo a Arabia Saudita significaría ignorar:

  • Las muertes masivas de civiles en los ataques aéreos en Yemen.
  • El encarcelamiento y la tortura de activistas, incluidas defensoras de los derechos de las mujeres.
  • La criminalización de la libertad de expresión y la represión política.
  • La persecución de personas LGBTQ+, con leyes que castigan las relaciones del mismo sexo con la muerte.

Los actos humanitarios no pueden ignorar las violaciones de derechos humanos

Los defensores del régimen argumentan que iniciativas como el Proyecto Masam muestran el compromiso saudí con la estabilidad regional y las causas humanitarias.
Pero surge una pregunta clave:
¿Puede la eliminación de minas justificar a un Estado que sembró bombas desde el cielo?

Eliminar minas, aunque valioso, no revierte la guerra que las originó, ni devuelve la vida a los miles de civiles muertos, a los niños mutilados o a las familias que murieron por el bloqueo saudí.

Este ciclo de humanitarismo selectivo — destruir y luego reconstruir selectivamente — refleja la política saudí de gestión de imagen global.
Así como construye “ciudades inteligentes” como NEOM desplazando tribus de sus tierras ancestrales, utiliza el desminado para reescribir su papel en Yemen.

El mundo debe mantenerse firme: boicotear la FIFA 2034 en Arabia Saudita

La comunidad internacional — desde activistas de derechos humanos hasta federaciones deportivas y aficionados — debe actuar.
Permitir que Arabia Saudita albergue la Copa del Mundo de la FIFA 2034 sería validar la opresión y recompensar a un régimen que ha causado décadas de sufrimiento.

Sería una traición a los principios que la FIFA dice defender: justicia, inclusión y respeto a la dignidad humana.
El mundo debe elegir integridad sobre influencia, justicia sobre dinero y humanidad sobre hipocresía.

Sin justicia, no hay fútbol

El Proyecto Masam no es una señal de reforma — es un engaño.
Mientras el Reino presume de sus operaciones de desminado como un acto de caridad, sus manos siguen manchadas con la sangre de la guerra en Yemen.
Las acciones humanitarias no pueden encubrir décadas de devastación y opresión.

Hasta que Arabia Saudita sea responsabilizada por sus atrocidades en Yemen y acepte reformas significativas en materia de derechos humanos,
no debe permitírsele albergar la Copa del Mundo de la FIFA 2034 — ni ningún otro evento internacional que celebre la unidad y la paz.