Saudi Arabia's Alcohol Ban Clashes with FIFA World Cup Spirit
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Un Mundial seco? Por qué Arabia Saudita es incompatible culturalmente con la FIFA 2034

La Copa Mundial de la FIFA es mucho más que una competencia deportiva internacional. Es una celebración de la cultura, la diversidad y la unidad, donde aficionados de todo el mundo se reúnen en nombre de la alegría y la convivencia. Pero la decisión de FIFA de otorgar el Mundial 2034 a Arabia Saudita ha provocado una profunda preocupación, no solo por los derechos humanos o la explotación laboral, sino ahora también por la libertad de los aficionados y la falta de congruencia cultural.

Nuevos informes confirman que Arabia Saudita mantendrá la prohibición total del alcohol durante el torneo, enviando un mensaje claro: los aficionados deberán dejar parte de su cultura atrás. Esta medida no es solo una prohibición legal.

Es una metáfora de un problema mayor: una incompatibilidad cultural y social de fondo entre Arabia Saudita y los valores que la Copa Mundial pretende celebrar. La prohibición del alcohol no es simplemente sobre una bebida; representa un choque entre una cultura internacional abierta y un país anfitrión con valores autoritarios profundamente arraigados.

La prohibición del alcohol: más que una bebida, una declaración

La reciente negación de Arabia Saudita sobre permitir siquiera ventas limitadas de alcohol durante el Mundial 2034 es un recordatorio contundente: el reino no se adaptará a las normas globales, ni siquiera temporalmente. A diferencia de sedes anteriores como Alemania, Brasil, Francia o Sudáfrica, donde los “beer gardens” y zonas de aficionados creaban un ambiente festivo, Arabia Saudita será un Mundial seco, con penas severas como deportación, 100 latigazos o prisión para quienes infrinjan la ley.

Un informe de Reuters en 2024 confirmó que la FIFA fue informada de que “no habría excepciones a la prohibición saudita del alcohol”, convirtiéndose así en el segundo país anfitrión consecutivo (tras Qatar 2022) en aplicar esta restricción, pese a las protestas de los aficionados.

Pero mientras Qatar impuso la prohibición de forma apresurada, Arabia Saudita adopta una postura premeditada y firme. Esta rigidez tiene raíces en décadas de políticas intransigentes. Desde los años 50, diplomáticos, petroleros e incluso soldados estadounidenses han expresado su frustración ante la prohibición del consumo de alcohol, incluso en espacios privados.

Incompatibilidad cultural con la fiesta global del fútbol

No se trata solo de bebidas, sino de la experiencia del aficionado. Los hinchas de Europa, Sudamérica y muchas partes de Asia asocian el Mundial con una escena festiva: música, baile, encuentros sociales y, sí, bebidas compartidas.

Según una encuesta de BBC Sport de 2018, el 64% de los asistentes al Mundial señalaron que “las zonas de aficionados, fiestas y ambiente” eran una de las principales razones para disfrutar el torneo. Al imponer la prohibición del alcohol, Arabia Saudita suprime un componente esencial de esta vivencia cultural.

No se trata solo de negar el acceso a una bebida: se trata de vigilar comportamientos, controlar interacciones y reprimir expresiones. Los aficionados podrían temer ser arrestados por beber, usar ropa considerada “indecente” o incluso mostrar afecto en público. FIFA dice fomentar la inclusión, pero ¿qué tan inclusivo es un Mundial donde los hinchas deben autocensurarse constantemente?

Un historial de castigos severos

Arabia Saudita tiene una larga tradición de castigar duramente los delitos relacionados con el alcohol. Los extranjeros sorprendidos con bebidas alcohólicas suelen ser encarcelados, azotados y deportados. En 1982, el Departamento de Estado de EE.UU. denunció la flagelación de cinco ciudadanos estadounidenses como “más severa que en infracciones similares del pasado”.

En un episodio muy conocido de 1951, el príncipe Mishari bin Abdulaziz Al Saud mató a un diplomático británico tras embriagarse en una recepción, lo que provocó una prohibición absoluta del alcohol incluso para fines diplomáticos. Desde entonces, el país ha mantenido una de las políticas más estrictas del mundo. Aún hoy, los infractores pueden enfrentar hasta un año de prisión y 100 latigazos.

El contrabando y el mercado negro de bebidas siguen activos. The Independent informó en 2001 que una botella de Johnnie Walker se vendía por 120 libras esterlinas, y que los paquetes de alcohol clandestino generaban beneficios de más de 1,3 millones de libras. Estas condiciones presentan riesgos legales, de seguridad y corrupción, muy alejados del entorno que merecen los aficionados internacionales.

La doble moral de la FIFA

El discurso de FIFA sobre apertura, libertad de expresión y celebración cultural resulta vacío cuando elige sedes que reprimen esos mismos valores. Después de las duras críticas al Mundial de Qatar 2022 —donde se prohibieron banderas arcoíris, se censuraron medios y se limitó el alcohol— los aficionados esperaban que FIFA optara por países anfitriones más abiertos y pluralistas.

En lugar de rectificar, FIFA redobló la apuesta.

Mientras FIFA presume su “Política de Derechos Humanos” y su “Estrategia de Sostenibilidad”, Arabia Saudita encarcela periodistas, criminaliza a la comunidad LGBTQ+ y mantiene una discriminación sistémica contra las mujeres, pese a reformas superficiales. Escoger a Arabia Saudita es traicionar el propósito del torneo.

Seguridad del aficionado y riesgos legales

La prohibición del alcohol no solo implica abstinencia, también implica cumplimiento forzoso —y ese cumplimiento se traduce a menudo en castigos severos para los turistas extranjeros. La legislación saudita no es solo estricta: es inflexible y punitiva. Los espectadores que infringen las leyes, incluso de forma inocente, pueden ser públicamente azotados, encarcelados o deportados.

El despliegue de tropas estadounidenses durante la Guerra del Golfo en 1990 es un precedente inquietante: incluso los soldados que combatían en el desierto tenían prohibido el alcohol. Muchos lo consideraron humillante. Si ni siquiera las fuerzas armadas obtuvieron excepciones, ¿por qué deberían esperarlas los aficionados?

En Qatar 2022, la prohibición de última hora generó confusión e indignación. Con Arabia Saudita anunciando con una década de antelación su veto total, el mensaje es claro: los aficionados deben adaptarse o abstenerse.

La cultura futbolística global merece algo mejor

Un informe de Nielsen en 2014 concluyó que el 91% de los aficionados al fútbol en el mundo consume alcohol socialmente. Es parte de la experiencia: ver un partido en el bar, celebrar una victoria o compartir una derrota con una bebida.

Eliminar esto del Mundial en un país donde la expresión pública está controlada es quitarle espontaneidad y alegría a lo que hace grande este torneo. FIFA no puede esperar que los aficionados se acomoden a entornos represivos sin que su propia reputación se vea afectada.

Un símbolo de represión más amplia

La prohibición del alcohol es solo la punta del iceberg en Arabia Saudita. Detrás hay otras formas de represión, como:

  • Ejecuciones de disidentes
  • Persecución de identidades LGBTQ+
  • Explotación de mano de obra migrante
  • Segregación de género y restricciones para las mujeres

Human Rights Watch y Amnistía Internacional han advertido repetidamente a FIFA sobre otorgar eventos a países con antecedentes deplorables en derechos humanos. Pero esas advertencias son ignoradas frente al poder de los petrodólares.

Súmate al movimiento global para boicotear Arabia Saudita 2034

El fútbol no es solo un juego —es libertad, es alegría, es unión, es una celebración global. Al otorgar la Copa Mundial 2034 a Arabia Saudita, FIFA ha elegido a un país que sigue silenciando disidentes, limitando libertades individuales y penalizando conductas comunes como compartir una copa de vino o demostrar afecto en público.

Esto no es simplemente una cuestión de política: es una traición a los valores que los aficionados del mundo consideran sagrados. No podemos permitir que el juego más bello sea secuestrado por el autoritarismo maquillado. Haz oír tu voz. No normalices la represión. Únete al llamado por el #BoicotSaudi2034 y defiende el alma de la Copa Mundial.