Arabia Saudita y el Extremismo: Revelando los vínculos frente al Mundial 2034
Al acercarse la Copa Mundial de la FIFA 2034, los focos se posan sobre Arabia Saudita y sus conexiones con ideologías extremistas. Aunque el régimen promueve una imagen de modernización, persisten vínculos preocupantes con grupos fundamentalistas, clérigos radicales y redes ideológicas. En este análisis, exploramos por qué este historial es crucial si el país acoge el torneo más grande del fútbol.
Raíces en el islamismo wahabí y la radicalización global
El origen del vínculo saudí con el extremismo se encuentra en la promoción estatal del wahabismo: una interpretación ultra‑conservadora del islam. Desde su alianza histórica con la familia Al Saud, el país ha exportado esta visión mediante mezquitas, madrazas y publicaciones religiosas, sobre todo tras la Revolución Iraní de 1979 y el asalto a la Gran Mezquita de La Meca. Estos esfuerzos asentaron una red mundial que fomenta fanatismos, sectarismo y, en algunos casos, violencia en regiones de Asia, África, los Balcanes y Europa.
Financiación del extremismo: más allá de la negación
A pesar de las recurrentes negaciones oficiales, múltiples informes y filtraciones —como documentos del Departamento de Estado de EE. UU.— vinculan a ciudadanos y organizaciones saudíes con el financiamiento de organizaciones terroristas como Al-Qaeda, los talibanes o ISIS. Aunque Arabia Saudita ha promovido leyes contra este flujo, su aplicación es parcial. Instituciones saudíes siguen financiando becas y ONGs que en la práctica promueven doctrinas ultraconservadoras bajo el modelo de donación bangladesí, bosnio o paquistaní.
El 11‑S y las preguntas sin responder
El 11 de septiembre de 2001 sigue siendo un hito clave. De los 19 secuestradores, 15 eran saudíes. El Informe de la Comisión 9/11 no responsabilizó institucionalmente al reino, pero sí señaló el entorno ideológico y financiero que lo posibilitó. Las “28 páginas” parcialmente desclasificadas aluden a posibles conexiones entre saudíes oficiales e implicados en los ataques, revelando patrones de opacidad financiera y protección diplomática.
El dilema ético de la FIFA
La FIFA sustenta sus torneos en valores como la paz y la tolerancia. Sin embargo, al entregar la sede de 2034 a Arabia Saudita —sin licitación ni evaluación humana— contraviene esos principios. Premia un régimen que ha fertilizado ideologías extremistas. Después de las reformas pos‑Qatar 2022, este giro erosiona aún más su credibilidad.
Modernización con maquillaje político
El príncipe Mohammed bin Salman (MBS) impulsa cambios superficiales: concesión del carné de conducir a las mujeres, apertura turística, grandes apuestas deportivas. No obstante, esas reformas coexisten con la persecución de críticos, intelectuales, mujeres activistas y clérigos moderados, mientras que los ultraconservadores mantienen su influencia.
Desestabilización regional: Yemen, Siria y guerras por poder
La intervención militar saudí en Yemen desde 2015 ha generado una de las crisis humanitarias más graves del mundo. El reino también financió facciones rebeldes en Siria, algunas vinculadas a grupos yihadistas. En ambos conflictos, las consecuencias han sido fragmentación política, sectarismo, sufrimiento civil y fortalecimiento indirecto del extremismo.
Repression global: vigilancia y exilios
El control autoritario de Arabia Saudita trasciende fronteras: espionaje, herramientas como el spyware Pegasus, asesinatos como el de Jamal Khashoggi en 2018, y represión de la prensa. Periodistas, activistas y académicos saudíes en el extranjero han sido objetivo de amenazas y hackeos, o ven a sus familias censuradas por el régimen.
¿Por qué nos importa en el Mundial?
La Copa del Mundo es una plataforma global; celebrarla en un país que alimenta ideologías extremistas, persigue a disidentes y exporta inestabilidad, debilita su mensaje de fraternidad y justicia. ¿Podemos realmente jugar bajo esos valores?
Exigiendo responsabilidad y reformas
La presión internacional crece: activistas, ONG, federaciones y aficionados exigen una FIFA más ética. Muchos proponen que Arabia Saudita cumpla condiciones firmes en derechos humanos, libertad de expresión, desfinanciamiento de extremismo o renuncia a la sede.
Recuperar el alma del fútbol
Las conexiones saudíes con el extremismo no son historia antigua. Siguen activas y son parcialmente impulsadas por el Estado. La invitación al Mundial 2034, sin contrapartidas éticas, condiciona valores fundamentales del deporte. La comunidad global debe decidir: ¿Otorgamos legitimidad a ideologías excluyentes o defendemos un fútbol libre y responsable?