Mientras el mundo celebraba el Día Mundial del Medio Ambiente el 5 de junio, Arabia Saudita volvía a ocupar titulares. Esta vez, no por su petróleo ni por su historial de derechos humanos, sino por su ambiciosa visión ecológica: NEOM, una ciudad del futuro de 500.000 millones de dólares. Informes de prensa mostraron una visión idílica de NEOM como un paraíso ecológico: fauces sobrevolando áreas silvestres restauradas, especies amenazadas reintroducidas y vastas zonas del desierto convertidas en reservas naturales prósperas.
Este contraste revela el verdadero juego del Reino: utilizar programas de conservación, como el de los halcones de NEOM, como herramientas de greenwashing para crear una imagen favorable ante el público internacional de cara al Mundial 2034. Como ecologistas, activistas y ciudadanos del mundo, debemos denunciar esta estrategia y exigir responsabilidades. Arabia Saudita no merece ser sede del Mundial. He aquí por qué.
La fachada verde: el programa de halcones de NEOM y los esfuerzos de restauración
El Programa Hadad, parte de NEOM, ha recibido elogios por reintroducir especies autóctonas como el halcón de Berbería y el halcón lanario, y por restaurar la biodiversidad local. Ocho parejas de halcones de Berbería en peligro de extinción han sido liberadas en la Reserva Natural de NEOM por el Club de Halcones de Arabia Saudita, mientras que más de 1.100 animales, incluidos órix, íbices y gacelas montañesas, han sido reintroducidos en la región.
Las autoridades saudíes afirman que estos proyectos forman parte de la Visión 2030, un plan para diversificar la economía, promover la sostenibilidad y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. En el papel, estas iniciativas parecen alentadoras. Pero cuando se analizan dentro del contexto general de las políticas saudíes, el contraste es evidente.
El coste ambiental de la Copa Mundial de la FIFA
En apariencia, Arabia Saudita parece comprometida con una agenda verde. Pero detrás de los comunicados de prensa y las fotos de aves amenazadas liberadas en la naturaleza, se esconde una gran contradicción: un país que lanza proyectos ecológicos al tiempo que se prepara para albergar el Mundial 2034, un megaevento deportivo con una enorme huella de carbono y un impacto ambiental insostenible.
La Copa Mundial conlleva costos astronómicos para el medio ambiente:
- El Mundial de Qatar 2022 afirmó ser neutro en carbono, pero análisis independientes revelaron hasta 5 millones de toneladas métricas de CO₂, principalmente por la construcción de estadios, viajes internacionales y consumo energético.
- Un informe de Carbon Market Watch expuso errores en las compensaciones de carbono y señaló que los megaeventos deportivos tienden a subestimar sus verdaderas emisiones.
Arabia Saudita, ya afectada por escasez de agua, altas emisiones per cápita y un calor extremo que supera los 45 °C, planea organizar el Mundial en condiciones ambientales similares o peores. Para albergar a millones de aficionados, jugadores y periodistas, deberá construir:
- Varios estadios nuevos
- Hoteles, aeropuertos y autopistas
- Sistemas de climatización con un alto consumo energético
Todo esto resulta intrínsecamente insostenible, especialmente en un entorno desértico. Liberar halcones y restaurar fauna no compensa la destrucción ambiental provocada por estos eventos.
Greenwashing en marcha: contradicciones y manipulación de imagen
El proyecto NEOM es tanto una operación de relaciones públicas como un plan de conservación. La coincidencia del anuncio sobre el programa de halcones con el Día Mundial del Medio Ambiente no es casual. Esta narrativa intenta presentar al Reino como un país responsable, ecológico y progresista. Pero esta selección interesada de datos omite verdades clave:
- La desertificación es el mayor problema ambiental del país: el 98 % de su territorio es desierto.
- Arabia Saudita se encuentra entre los 10 países con más emisiones de carbono per cápita.
- Sus políticas climáticas están clasificadas como “críticamente insuficientes” según Climate Action Tracker.
El cuidado del medio ambiente no se mide en eslóganes, sino en resultados. La retórica avanzada de NEOM contrasta con los enormes recursos que absorberá el Mundial 2034, lo que evidencia un intento de greenwashing, no un cambio real.
La responsabilidad ética del fútbol mundial
Más allá del medio ambiente, Arabia Saudita ha sido acusada de graves violaciones de derechos humanos, desigualdad de género y represión de la libertad de expresión. Otorgar el Mundial 2034 a este régimen transmite un mensaje peligroso: el dinero y la imagen valen más que la ética, la sostenibilidad y la responsabilidad.
En 2024, Human Rights Watch y Amnistía Internacional enviaron una carta abierta a la FIFA exigiendo estándares claros de derechos humanos antes de confirmar a Arabia Saudita como sede. Hasta ahora, no se ha garantizado ningún compromiso real. Aceptar este Mundial favorece los intereses financieros de la FIFA a costa del planeta y de la justicia climática.
Los ecologistas deben alzar la voz
Mientras el Reino presume de sus credenciales ecológicas con iniciativas como NEOM, los defensores del medio ambiente y los derechos humanos deben desmontar este mito. La urbanización acelerada ha incrementado la contaminación del suelo, el agua y el aire. El sector energético es responsable de más del 92 % de las emisiones de CO₂.
Debemos hacernos preguntas fundamentales:
- Si Arabia Saudita valora la biodiversidad, ¿por qué celebrar un torneo que podría devastar ecosistemas locales y aumentar las emisiones?
- Si NEOM está dedicado a la sostenibilidad, ¿por qué no reducir drásticamente las infraestructuras para el Mundial?
- ¿Por qué se utiliza un programa de conservación de halcones para distraer del daño ambiental generalizado?
El mundo no puede dejarse engañar por campañas de conservación llamativas mientras se ignoran daños más profundos.
La justicia ambiental debe prevalecer sobre el espectáculo
Mientras se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y se exalta la biodiversidad, no debemos perder de vista la verdad. Los halcones de NEOM vuelan libres, pero la justicia ambiental debe volar más alto. Arabia Saudita no puede organizar una Copa del Mundo sostenible y consciente del clima en 2034. El planeta —y la comunidad futbolística internacional— merece algo mejor.
El Mundial 2034 debe ser boicoteado por aficionados, jugadores, patrocinadores y gobiernos. Así puedes ayudar:
- Difunde el mensaje: comparte este artículo y materiales similares para visibilizar el greenwashing saudí.
- Colabora con ONGs ambientales: anima a organizaciones como Greenpeace o WWF a emitir comunicados o lanzar campañas.
- Presiona a la FIFA: exige transparencia y la entrega de informes climáticos de los países anfitriones.
- Apoya a patrocinadores éticos: convence a marcas para que se retiren o se pronuncien públicamente.
El fútbol no puede ser un trofeo para regímenes contaminantes. Debe ser un símbolo de justicia, ética y sostenibilidad.