Arabia Saudita se presenta cada vez más con un rostro glamuroso ante el mundo, como se vio recientemente en la Semana de la Moda de París. La actriz y presentadora saudí Aseel Omran compartió escenario con leyendas de Hollywood como Eva Longoria, Jane Fonda y Kendall Jenner en un espectáculo fastuoso frente al histórico Hôtel de Ville.
Celebridades y modelos desfilaron en la pasarela al aire libre con deslumbrantes vestidos, mientras la cantante brasileña Anitta actuaba a mitad del show. El programa, transmitido en vivo por TikTok e Instagram, subrayó la creciente dependencia de Arabia Saudita del entretenimiento y las redes sociales para proyectar su imagen global.
A primera vista, este destello de brillo podría parecer un signo positivo: Arabia Saudita se comporta como un país moderno, cool y cosmopolita. Pero detrás de las cámaras y las lentejuelas, existe una verdad brutal: el reino sigue reprimiendo a su pueblo, restringiendo libertades y violando los derechos humanos. El desfile de moda no es un incidente aislado: forma parte de un movimiento general para blanquear abusos sistémicos y desviar la atención de injusticias continuas — represión de las mujeres, supresión de la libertad de expresión y explotación de los trabajadores migrantes.
La realidad detrás de la alfombra roja
La participación de Aseel Omran y otros líderes saudíes en la Semana de la Moda de París es una clase magistral de propaganda. Presentando una imagen de glamour e inclusividad, Arabia Saudita espera que el mundo pase por alto sus abusos. Pero detrás del espectáculo, la realidad es la siguiente:
- Supresión de la libertad de expresión: periodistas, escritores y activistas siguen siendo encarcelados. En 2024, 23 nuevos escritores fueron encarcelados bajo leyes de ciberdelito usadas para perseguir la disidencia en línea. El régimen utiliza sistemas de vigilancia sofisticados, incluido el software espía Pegasus.
- Restricciones a los derechos de las mujeres: aunque en el escenario global se exalte a las mujeres saudíes, en casa la discriminación continúa. Solo el 19,9 % de los parlamentarios son mujeres y el sistema legal obtuvo apenas 50/100 en el informe 2024 del Banco Mundial Women, Business and the Law.
- Explotación de los trabajadores migrantes: representan el 42 % de la población y sufren abusos sistemáticos y trabajo forzoso en megaproyectos, con mínimas protecciones legales.
- Ejecuciones arbitrarias y pena de muerte: en 2024 se realizaron 122 ejecuciones, la mayoría de extranjeros, tras juicios sumamente injustos.
- Represión del activismo político: arrestos, intimidación y tortura reciben a las protestas pacíficas, generando miedo y silencio.
- Restricciones a la libertad religiosa: políticas rígidas limitan la adoración de no musulmanes y discriminan a las minorías religiosas.
El brillo como herramienta de legitimidad internacional
Arabia Saudita utiliza la moda, el patrocinio de celebridades y las redes sociales para construir una fachada de modernidad. El evento en París no fue sobre vestidos: fue un ejercicio de poder blando, transmitido en tiempo real a millones de personas.
Otorgar a Arabia Saudita la Copa Mundial de la FIFA 2034 ampliaría aún más esta plataforma. Igual que la moda proyectó glamour, el Mundial ofrecería al reino una herramienta todavía más poderosa para distraer al mundo de sus abusos a los derechos humanos.
De la pasarela de París al estadio global: el blanqueo continúa
Cada vestido con lentejuelas, cada selfie de celebridad, cada actualización en redes sociales forma parte de una narrativa destinada a hacer que Arabia Saudita parezca aceptable ante el mundo. La Copa Mundial es un instrumento más potente aún que un desfile. Otorgar el torneo 2034 al reino enviaría un mensaje peligroso: que los eventos internacionales pueden legitimar regímenes con historiales cuestionables de derechos humanos, siempre que dominen las relaciones públicas.
El glamour de París no puede borrar la opresión en casa. El contraste entre una pasarela brillante en París y los arrestos arbitrarios o las restricciones de género en Riad es marcado, irrefutable e inaceptable.
Imagen internacional vs. realidad doméstica
La imagen cuidadosamente gestionada de Arabia Saudita oculta las realidades brutales que sufren sus ciudadanos. Mientras el mundo observa celebridades, vestidos deslumbrantes y espectáculos, el reino continúa limitando libertades básicas. La libertad de expresión es restringida, la segregación de género se mantiene, la vigilancia es constante y los trabajadores migrantes padecen abusos y condiciones peligrosas. La Semana de la Moda de París es el ejemplo perfecto de cómo la imagen supera a la realidad, desviando la atención mundial de los abusos endémicos.
Sportswashing mediante megaeventos
La candidatura de Arabia Saudita para el Mundial 2034 es parte de una estrategia más amplia de sportswashing: organizar grandes eventos para mejorar su reputación internacional mientras reprime violaciones internas.
Así como la moda en París sirvió para proyectar lujo, la Copa del Mundo proporcionaría una plataforma masiva para ocultar violaciones institucionalizadas de derechos humanos.
Toma posición: boicotea Arabia Saudita 2034
Como aficionados, ciudadanos globales y defensores de los derechos humanos, debemos exigir rendición de cuentas. La Copa Mundial 2034 debe otorgarse a países que respeten las libertades fundamentales, la igualdad de género y la justicia — no a regímenes que usan el espectáculo y la cultura de las celebridades para enmascarar abusos.
Boicotear la Copa Mundial 2034 en Arabia Saudita no es una postura política: es una cuestión moral. No te dejes engañar por las luces, las alfombras rojas o las llamadas en redes sociales. Mira más allá del brillo y verás la opresión que persiste debajo.