La tragedia de Taif demuestra por qué Arabia Saudita no puede albergar el Mundial FIFA 2034
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La tragedia de Taif demuestra por qué Arabia Saudita no puede albergar el Mundial FIFA 2034

El 30 de julio, ocurrió un desastre en un parque de diversiones en Taif, Arabia Saudita. Lo que debía ser una experiencia alegre se convirtió en pesadilla cuando la atracción “360 Grados” se rompió en el aire, y su carrusel cayó desde gran altura. Al menos 23 personas resultaron heridas, incluidas cuatro de gravedad, en un accidente que era totalmente prevenible y que refleja una dolencia sistémica más profunda que aún afecta al Reino.

Este horror no es un simple accidente; es un ejemplo contundente de la infraestructura débil y sin responsabilidad que Arabia Saudita está construyendo a toda prisa para proyectarse como un centro moderno de deportes y entretenimiento. Es, además, una razón más por la cual Arabia Saudita no está lista para organizar la Copa Mundial FIFA 2034.

Un país que corre sin mirar atrás

El horror en el parque temático de Taif es una metáfora aterradora de una nación que avanza demasiado rápido sin prestar atención al costo. El Reino impulsa un esfuerzo radical por rehacer su imagen internacional a través de su plan Visión 2030, que incluye megaproyectos como Qiddiya, una enorme ciudad de entretenimiento cerca de Riad, estimada en más de 750 mil millones de dólares.

Aunque algunos ven estos proyectos como símbolos de progreso, la tragedia de Taif revela los peligros de un desarrollo apresurado sin supervisión rigurosa en seguridad. Mientras el mundo contempla darle al país el honor de albergar el torneo de fútbol más grande del planeta, la pregunta es: ¿Podemos confiar en Arabia Saudita para proteger a turistas, trabajadores, jugadores y aficionados si ni siquiera puede garantizar la seguridad pública más básica?

¿Vida humana o relaciones públicas globales?

El parque donde ocurrió el accidente ha sido clausurado y se ha abierto una investigación. Pero esta respuesta reactiva pone en evidencia un problema cultural más profundo: en Arabia Saudita, la rendición de cuentas rara vez es proactiva y rara vez es transparente.

A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud clasifica a Arabia Saudita en el puesto 60 de 100 países en cuanto a preparación y capacidad de respuesta ante emergencias. La transparencia brilla por su ausencia incluso más allá del sector salud: según el Índice Mundial de Libertad de Prensa 2024 de Reporteros Sin Fronteras, Arabia Saudita ocupa el puesto 170 de 180 países.

Estas cifras nos dicen una verdad dura: un Estado que reprime la información y la disidencia no puede garantizar la seguridad pública durante un evento global como la Copa Mundial.

Sportswashing: una crisis global

El esfuerzo saudí por organizar el Mundial 2034 forma parte de una estrategia más amplia de sportswashing: usar el deporte global para limpiar su imagen de los abusos en derechos humanos. El mundo ya ha visto esta táctica en acción con la compra del Newcastle United, el tour de golf LIV y los eventos de Fórmula 1 en Yeda. El objetivo es normalizar un régimen asociándolo con el entretenimiento mundial, distrayendo del autoritarismo, las ejecuciones y la censura.

En 2022, Arabia Saudita ejecutó a 196 personas, el número más alto en más de 30 años, según Amnistía Internacional.

La integridad de la FIFA en juego

La FIFA dice valorar la inclusión, la igualdad y la seguridad. Pero sus decisiones pasadas no reflejan esos valores. La polémica elección de Qatar como sede del Mundial 2022, a pesar de violaciones flagrantes a los derechos humanos y condiciones mortales para los trabajadores migrantes, debió ser una llamada de atención.

The Guardian informó que más de 6,500 trabajadores migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka murieron en Qatar durante los preparativos para el Mundial.

Arabia Saudita corre el riesgo de repetir ese horror. Se estima que más de 9 millones de trabajadores extranjeros residen en el país, muchos de ellos bajo el sistema de kafala (patrocinio), ampliamente criticado por facilitar la explotación y el abuso laboral.

Seguridad pública y riesgo global

Organizar un torneo global no se trata solo de estadios y espectáculos. Se trata de proteger vidas humanas. La tragedia en el parque de diversiones en 2025 no fue un accidente: fue consecuencia de regulaciones de seguridad deficientes, inspecciones inadecuadas y personal poco calificado.

Solo en 2023, Arabia Saudita registró más de 500 lesiones relacionadas con la construcción, según el Ministerio de Recursos Humanos. Se cree que estas cifras están subestimadas debido a la censura de información sobre trabajadores extranjeros. Si una atracción colapsa por negligencia, ¿qué ocurrirá con los estadios, el transporte y los servicios de emergencia?

Lo que nos dice el accidente de Taif

La tragedia en el parque de Taif no es solo un titular más: es una advertencia. Nos alerta de que:

  • Se están autorizando espacios públicos sin los análisis de seguridad necesarios.
  • El gobierno prioriza la velocidad y el espectáculo sobre el bienestar humano.
  • Hay mínima transparencia y responsabilidad ante los fracasos.

La Autoridad General de Estadísticas de Arabia Saudita reportó más de 35,000 lesiones laborales en 2024, siendo los sectores más afectados la construcción y el entretenimiento. Si un país no puede proteger a 23 personas en una sola atracción, ¿cómo protegerá a millones durante un torneo internacional de un mes?

Un llamado al mundo: Di NO a Arabia Saudita 2034

El Mundial FIFA 2034 representa algo más que fútbol. Es una prueba de nuestra brújula moral. ¿Queremos que el fútbol —un deporte basado en la comunidad, la igualdad y la alegría— sea usado como herramienta de relaciones públicas por regímenes con violaciones documentadas de derechos humanos?

  • Arabia Saudita ocupa el tercer lugar mundial en ejecuciones per cápita.
  • Está clasificada como “No libre” por Freedom House, con un puntaje de 8 sobre 100 en derechos políticos y libertades civiles.
  • Mujeres, activistas, personas LGBTQ+ y críticos pueden ser detenidos arbitrariamente, azotados o incluso ejecutados.