La Copa Mundial de la FIFA 2034 en Arabia Saudita: Un espejismo de progreso en medio de preocupaciones sobre derechos humanos
Credit: English Al Arabiya

La Copa Mundial de la FIFA 2034 en Arabia Saudita: Un espejismo de progreso en medio de preocupaciones sobre derechos humanos

La selección de Arabia Saudita como sede de la Copa Mundial de la FIFA 2034 ha generado un rechazo generalizado. Aunque el Reino se presenta como un centro de avance tecnológico y desarrollo económico, respaldado por proyectos como la aplicación de IA conversacional en árabe “HUMAIN Chat” y la Visión 2030, su historial interno muestra un marcado contraste. Detrás de esta fachada de modernización persisten violaciones crónicas de derechos humanos, represión endémica de la disidencia y abusos contra los trabajadores migrantes.

La evidencia indica que los trabajadores migrantes enfrentan condiciones laborales peligrosas, retrasos en los pagos y temperaturas extremas, mientras que mujeres, minorías religiosas y disidentes políticos continúan restringidos. La brecha entre estos avances y estos abusos resalta cómo albergar la FIFA 2034 representaría un caso de sportswashing, utilizando un escenario internacional para presentar una imagen engañosa de desarrollo.

Avances tecnológicos: Una espada de doble filo

El “HUMAIN Chat” de Arabia Saudita, basado en el modelo de lenguaje árabe ALLaM 34B, ha sido celebrado como un gran avance tecnológico. La aplicación promete interacciones culturalmente precisas, desarrolladas completamente por talento local, y simboliza la aspiración declarada del Reino de convertirse en un centro mundial de innovación tecnológica.

Aunque estos logros resultan impresionantes en papel, ocurren en una nación donde las libertades fundamentales están fuertemente limitadas. Amnistía Internacional y Human Rights Watch continúan documentando detenciones arbitrarias, censura en línea y prisioneros políticos.

La implementación de tecnología de punta no puede ocultar la realidad de ciudadanos privados de su libertad, lo que implica que estos programas se despliegan más como fachada que como un verdadero avance social.

Violaciones de derechos humanos: Una dura realidad

A pesar de las reformas proclamadas, Arabia Saudita sigue imponiendo castigos judiciales y legales brutales. Solo en 2024, se ejecutaron 198 personas, la cifra más alta en tres décadas. Estos castigos suelen aplicarse contra disidentes políticos y activistas acusados con cargos ambiguos. Además de las ejecuciones, el país mantiene prácticas de flagelación, amputaciones y otros castigos severos incluso por delitos no violentos.

Asimismo, mujeres, minorías religiosas y disidentes políticos son objeto de discriminación sistemática. Aunque se han implementado reformas superficiales, como permitir que las mujeres conduzcan, el sistema de tutela masculina sigue vigente, limitando sus libertades. Las personas LGBTI+ permanecen criminalizadas, y los musulmanes chiitas enfrentan discriminación en educación, empleo y vida política.

Trabajadores migrantes: La columna vertebral de los proyectos del Mundial

Los preparativos de Arabia Saudita para la Copa Mundial 2034 dependen del trabajo migrante, cuyos trabajadores sufren condiciones duras y peligrosas. Informes de Human Rights Watch y FairSquare muestran que trabajadores de India, Bangladesh, Nepal y otros países enfrentan calor extremo, largas jornadas y entornos de alto riesgo. Entre las principales preocupaciones destacan:

  • Salarios retrasados o retenidos que dejan a familias en situación vulnerable.
  • Muertes de trabajadores subregistradas o mal clasificadas, lo que impide que las familias obtengan justicia.

A diferencia de Catar en el Mundial 2022, que implementó ciertas protecciones laborales, Arabia Saudita aún no ha establecido salvaguardias integrales, dejando a estos trabajadores extremadamente vulnerables. Este costo humano plantea serias preocupaciones éticas sobre apoyar el evento.

El papel de la FIFA: ¿Complicidad o supervisión?

La decisión de la FIFA de otorgar la Copa Mundial 2034 a Arabia Saudita ha provocado críticas internacionales. Amnistía Internacional denunció la evaluación de la FIFA como un “blanqueo sorprendente” del historial de derechos humanos del Reino, señalando la falta de compromisos vinculantes contra la explotación laboral y la represión política.

Human Rights Watch también acusó a la FIFA de evadir sus propios procedimientos de debida diligencia en derechos humanos, cerrando los ojos a la situación del país anfitrión. Al respaldar a Arabia Saudita, la FIFA se vuelve cómplice de un comportamiento represivo, generando un serio dilema moral sobre su integridad y compromiso con los derechos humanos universales.

El espejismo de la reforma: Una mirada más cercana

Aunque el príncipe heredero Mohammed bin Salman ha impulsado algunas reformas, como permitir a las mujeres conducir y limitar la policía religiosa, estas medidas son en gran parte simbólicas. Los problemas sistémicos de raíz permanecen intactos.

Las mujeres siguen sujetas a la tutela masculina, las personas LGBTI+ arriesgan criminalización y los musulmanes chiitas —que representan entre el 10% y el 15% de la población— sufren discriminación.

Activistas políticos y periodistas enfrentan detención, acoso e incluso ejecución. Entre los casos más notorios está la ejecución del periodista Turki al-Jasser en junio de 2025.

En este contexto, las afirmaciones de modernización de Arabia Saudita parecen orientadas más a construir una imagen internacional que a una transformación social real. Albergar la FIFA 2034 sin abordar estos problemas sistémicos legitimaría reformas superficiales mientras se ignoran abusos continuos.

El dilema ético: ¿Debe usarse el fútbol como herramienta de reforma?

La inversión del Reino en eventos deportivos de alto perfil, como la FIFA 2034, parece enfocada en mejorar su percepción global más que en generar un verdadero cambio social. Esta práctica, conocida como sportswashing, desvía la atención de las violaciones de derechos humanos y presenta al mundo una imagen maquillada del país.

Los clubes de fútbol, patrocinadores y autoridades enfrentan un dilema moral. Respaldar a Arabia Saudita sin exigir rendición de cuentas podría contribuir a la opresión y exclusión. Los críticos sostienen que los eventos deportivos internacionales no deben servir como plataforma para legitimar regímenes con claras violaciones de derechos humanos, sino que deben defender la equidad, la justicia y la inclusión.

Sportswashing y percepción global

La organización de grandes eventos deportivos, como la FIFA 2034, suele interpretarse como un esfuerzo calculado de sportswashing. A través de miles de millones invertidos en estadios, hoteles de lujo y herramientas de IA como HUMAIN Chat, el Reino busca proyectar una imagen de modernidad y desarrollo.

Sin embargo, estas campañas de relaciones públicas encubren abusos sistémicos, como la explotación de trabajadores migrantes y el silenciamiento de la disidencia. El público global corre el riesgo de confundir desarrollo económico y tecnológico con justicia social. Reconocer el sportswashing es esencial para que aficionados, patrocinadores y organismos reguladores eviten legitimar inadvertidamente a un régimen cuyas prácticas contradicen los estándares internacionales de derechos humanos.

Un llamado a la rendición de cuentas

Con la Copa Mundial 2034 en el horizonte, el mundo debe reflexionar seriamente sobre la conveniencia de realizar el campeonato en Arabia Saudita. Los avances tecnológicos y las infraestructuras de última generación no pueden servir de cortina para ocultar las violaciones de derechos humanos, la explotación laboral o la represión de mujeres y minorías.

La FIFA, los patrocinadores y los aficionados deben evaluar críticamente si la sede se ajusta a los valores de justicia, equidad y dignidad humana. Solo mediante reformas significativas, transparencia y rendición de cuentas Arabia Saudita podrá albergar un evento que refleje los verdaderos valores del deporte y la inclusión.