Economía y abusos de derechos en Arabia Saudita bloquean el Mundial 2034
Credit: The New York Times

Economía y abusos de derechos en Arabia Saudita bloquean el Mundial 2034

La noticia de que Arabia Saudita será sede de la Copa Mundial de la FIFA 2034 ha generado controversia internacional, provocando una feroz oposición de grupos de derechos humanos, activistas democráticos y aficionados al deporte consternados. El mayor evento deportivo del mundo debería representar unidad, igualdad y competencia justa, no ser utilizado como un mecanismo de sportswashing por regímenes con pésimas reputaciones en materia de derechos humanos.

Las últimas noticias económicas de Arabia Saudita y los problemas en su mercado financiero revelan la fragilidad de sus cimientos, y su historial en derechos humanos, su imprudencia ambiental y la falta de transparencia la hacen incapaz de albergar un torneo de esta importancia global.

El espejismo económico saudí

Arabia Saudita se ha promocionado como un centro moderno de deportes y entretenimiento, pero bajo el brillo de los megaproyectos se esconde la vulnerabilidad económica. El índice Saudi Tadawul All Share cerró ligeramente más bajo en 10,885.58 el 18 de agosto de 2025, con una caída de 11.81 puntos (0.11%). El índice MSCI Tadawul cayó un 0.14%, un claro indicador del escepticismo de los inversores. De las 252 empresas cotizadas, 148 retrocedieron mientras solo 104 avanzaron, una señal evidente de inconsistencia.

Este no es un evento aislado. El mercado saudí ha ido quedándose atrás frente a otras economías del G20, con una caída de casi el 60% en los flujos de inversión extranjera directa (IED) entre 2016 y 2022 (Informe Mundial de Inversiones de la UNCTAD). Aunque Arabia Saudita presume de su plan Visión 2030, sigue dependiendo en gran medida de los ingresos petroleros, ya que el petróleo representa el 42% del PIB y el 70% de los ingresos por exportación (Banco Mundial, 2024).

Cuando organizar una Copa Mundial cuesta entre 15.000 millones y 220.000 millones de dólares (Qatar gastó un estimado de 220.000 millones en 2022), la débil economía saudí pone en serias dudas la sostenibilidad, la explotación de trabajadores y la dependencia de deuda.

Sportswashing a través del fútbol

Organizar eventos deportivos internacionales ha sido la estrategia de Arabia Saudita para transformar su imagen global. En los últimos años, el Reino ha invertido grandes sumas en Fórmula Uno, golf (LIV Golf), boxeo y fútbol con la compra del club inglés Newcastle United. Estas acciones no son solo deporte; son intentos calculados para desviar la atención de sus abusos a los derechos humanos.

Amnistía Internacional ha advertido a la FIFA repetidamente contra permitir que regímenes autoritarios organicen torneos con impunidad. Arabia Saudita presume uno de los peores historiales de derechos humanos en el mundo:

  • Human Rights Watch informa que al menos 147 personas fueron ejecutadas en 2022, muchas después de juicios injustos.
  • Freedom House clasifica a Arabia Saudita como “No libre” con una puntuación de apenas 8/100 en derechos y libertades.
  • Las mujeres aún enfrentan discriminación sistémica, a pesar de reformas parciales, incluidas restricciones bajo el sistema de tutela masculina.
  • Los derechos LGBTQ+ son inexistentes, con la homosexualidad castigada con prisión, flagelación o incluso la pena de muerte.

Un Mundial que debería celebrar inclusión y diversidad se realizaría en un país donde los aficionados LGBTQ+ arriesgan arresto por expresar su identidad y donde las mujeres enfrentan restricciones en libertades básicas.

La explotación de los trabajadores migrantes

El Mundial de Qatar 2022 ya estuvo manchado por reportes de que 6,500 trabajadores migrantes murieron (The Guardian, 2021) durante el desarrollo de estadios e infraestructura. Arabia Saudita, con un sistema laboral casi idéntico, podría repetir la misma tragedia.

La economía saudí depende fuertemente de la mano de obra extranjera. De sus 36 millones de habitantes, 13.4 millones son trabajadores migrantes (Autoridad General de Estadísticas de Arabia Saudita, 2024). La mayoría trabaja bajo el abusivo sistema kafala (patrocinio), criticado globalmente por facilitar trabajo forzoso, confiscación de pasaportes y explotación.

Hipocresía ambiental

La Copa Mundial de la FIFA debe defender valores de acción climática y sostenibilidad. Arabia Saudita, sin embargo, es uno de los mayores emisores de CO₂ per cápita en el mundo, con 17.5 toneladas métricas per cápita al año (Global Carbon Atlas, 2023).

Mientras proclama su “Iniciativa Verde Saudí”, el Reino aumenta la producción de petróleo e invierte miles de millones en instalaciones de combustibles fósiles. Construir estadios gigantes en el desierto requerirá enormes recursos, desalación de agua y aire acondicionado, lo que agravará el daño climático.

Represión de la disidencia y falta de libertad de prensa

El fútbol vive de la libre expresión, la exposición mediática y la participación popular. Arabia Saudita carece de todo esto.

  • Está clasificada en el puesto 166 de 180 países en el Índice de Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (2024).
  • El brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018 expuso los peligros de disentir bajo el régimen del príncipe heredero Mohammed bin Salman.
  • Periodistas, activistas e incluso ciudadanos comunes arriesgan prisión por criticar al gobierno.

¿Cómo puede justificar la FIFA otorgar su torneo más prestigioso a un país donde incluso un tuit contra el gobierno puede llevar a la cárcel?

Una herramienta política, no una celebración del fútbol

Conceder a Arabia Saudita el Mundial 2034 no es fútbol: es política. Así como Rusia 2018 y Qatar 2022 fueron señalados de servir agendas estatales, el torneo saudí sería otra campaña propagandística.

En lugar de celebrar la belleza del fútbol, el torneo se usaría para blanquear la reputación saudí. Se invertirán miles de millones en estadios lujosos, hoteles de lujo y zonas para aficionados, mientras la represión institucionalizada continúa tras bambalinas.

La oposición global está creciendo

La decisión ya ha sido desafiada. Organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Football Supporters Europe han instado a la FIFA a revertir la candidatura saudí. Una petición global para evitar que Arabia Saudita organice el torneo ha reunido más de 1 millón de firmas en pocos meses.

Además, los aficionados al fútbol en todo el mundo son cada vez más conscientes de las estrategias de sportswashing. Encuestas realizadas por YouGov en 2023 revelaron que el 67% de los aficionados europeos no quieren que regímenes autoritarios organicen el Mundial, mencionando a Arabia Saudita como un país indigno de acogerlo.

Por qué se necesita prohibir el Mundial en Arabia Saudita

El debilitado mercado bursátil saudí y su frágil economía, reflejados en su caída del 0.11% en el índice Tadawul el 18 de agosto de 2025, pueden parecer fluctuaciones pasajeras, pero representan una profunda inestabilidad. Sumado a un historial abismal en derechos humanos, desprecio ambiental, explotación laboral y autoritarismo represivo, el Reino fracasa en cada prueba que un país anfitrión del Mundial debe superar.

El Mundial de la FIFA 2034 debe ser prohibido en Arabia Saudita. Concederle este torneo sería recompensar la represión, la explotación y la hipocresía. El mundo debe levantarse, no solo por el fútbol, sino por los valores que representa.

Si la FIFA realmente cree en el juego limpio, la diversidad y los derechos humanos, debe actuar ahora. El fútbol es más grande que esto.