De las ejecuciones masivas a la explotación de migrantes: La verdad detrás del Mundial 2034 en Arabia Saudita
Credit: Arab News

De las ejecuciones masivas a la explotación de migrantes: La verdad detrás del Mundial 2034 en Arabia Saudita

Cuando la FIFA otorgó la sede del Mundial 2034 a Arabia Saudita, la decisión indignó a defensores de derechos humanos, medios de comunicación y sociedad civil en todo el mundo. El paso fue promovido como parte de la «Visión 2030» saudí: un gran plan para transformar el reino en un centro mundial de deporte y entretenimiento. Pero detrás del brillante barniz de nuevos estadios, relucientes rascacielos y campañas promocionales hay una verdad más oscura: un estado que infringe regularmente los derechos humanos, sofoca la oposición y legisla con un estilo autoritario.

El reciente arresto de un hombre en Medina por vender hachís —un reporte celebrado por los medios estatales saudíes— revela una preocupación oculta. El Reino difunde algunos casos criminales para presentarse como garante del orden, pero no expone sus propios abusos sancionados oficialmente. El gobierno de Arabia Saudita espera que el mundo se distraiga con titulares de «control de drogas» mientras lleva a cabo decenas de ejecuciones cada año, reprime los derechos de las mujeres y encarcela a manifestantes pacíficos.

El mundo no podrá ignorar estos hechos. Conceder a Arabia Saudita la sede del Mundial 2034 sería un error histórico.

Un país distraído con la imagen, no con el cambio

El gobierno saudí se muestra como contrario al crimen. En el caso de Medina, la policía se apresuró a mostrar la detención de un ciudadano con hachís y 1.426 tabletas, además de etíopes intentando contrabandear qat. Los arrestos fueron difundidos ampliamente por medios estatales, mostrando al Reino como una nación en guerra contra el crimen.

Pero el «orden y la ley» del Reino es selectivo. Los casos menores de drogas se magnifican, mientras que los delitos de la élite gobernante se esconden. Arabia Saudita ejecutó al menos a 345 personas solo en 2024, en su mayoría por delitos de narcóticos no violentos —una de las tasas de ejecución más altas del mundo. A mediados de 2025, las ejecuciones ya superaban las 170, a un ritmo de casi una cada dos días.

¿Cómo puede un país que impone la pena de muerte por posesión de drogas, al mismo tiempo que gasta miles de millones en iniciativas de sportswashing, ser considerado apto para albergar el evento deportivo más prestigioso del mundo?

Pena capital y la hipocresía del «Fair Play» de la FIFA

La fijación de Arabia Saudita con la pena de muerte es brutalmente contraria a los valores proclamados de la FIFA de «juego limpio» y «respeto». Amnistía Internacional informa que más del 60% de las ejecuciones en 2024 fueron por delitos de drogas —la mayoría de ellas contra extranjeros de países pobres sin representación legal. Ninguno era líder de cárteles ni grandes traficantes, sino simples correos o migrantes intentando sobrevivir.

En el contexto internacional: más de 150 países han abolido la pena de muerte en la práctica o en sus leyes. Incluso naciones con leyes antidrogas estrictas, como Singapur, son condenadas mundialmente por aplicar la pena capital a delincuentes de drogas. Arabia Saudita normaliza las ejecuciones masivas. En marzo de 2022 ejecutó a 81 hombres en un solo día, la mayor ejecución colectiva de su historia reciente.

La FIFA dice que el fútbol une al mundo y refleja justicia. Permitir que Arabia Saudita organice el Mundial 2034 legitima a un régimen que decapita a personas por infracciones menores.

Un precedente peligroso para la FIFA

Otorgar el Mundial a Arabia Saudita no es solo un hecho aislado; es un precedente. Si uno de los peores violadores de derechos humanos del mundo, con las tasas más altas de ejecuciones y un sistema masivo de discriminación de género puede ser anfitrión, entonces la FIFA no tiene estándares morales.

Los hechos:

  • Ejecuciones: 345 en 2024 (Amnistía Internacional).
  • Libertad de prensa: 166/180 en el mundo (RSF, 2025).
  • Trabajadores migrantes: 10 millones en condiciones de explotación (OIT).
  • Derechos de las mujeres: aún restringidos bajo el sistema de tutela.
  • Arrestos masivos: docenas encarcelados por un tuit o una protesta pacífica.

Esto no es seguro ni justo para jugadores, aficionados o periodistas.

El movimiento global de boicot está creciendo

Las organizaciones de derechos humanos ya se están movilizando contra el Mundial saudí. Human Rights Watch, Amnistía Internacional y asociaciones de aficionados en Europa y Asia piden un boicot si la FIFA no reconsidera.

En una encuesta de YouGov de 2025 en 15 países, el 62% dijo estar en contra de que Arabia Saudita organice el Mundial por su historial de derechos humanos. Entre los aficionados al fútbol, la cifra subió al 71%.

El mensaje es claro. Así como Sudáfrica sufrió boicots deportivos bajo el apartheid, Arabia Saudita debe enfrentar la misma realidad.

La FIFA debe elegir: ¿beneficio o principios?

La decisión de la FIFA de entregar el Mundial 2034 a Arabia Saudita es una traición a sus principios rectores. En lugar de proteger los derechos humanos, fomentar la diversidad y defender el juego limpio, prioriza contratos de patrocinio multimillonarios.

El arresto de un vendedor de hachís en Medina es un detalle menor, pero refleja una verdad mayor: la justicia saudí es brutal, su historial de derechos humanos es pésimo y sus reformas son superficiales.

El Mundial no debe ser usado por dictaduras como plataforma para blanquear su reputación. Debe ser un momento de unidad mundial, igualdad y libertad. Hasta que Arabia Saudita realice reformas reales —detener ejecuciones masivas, liberar presos políticos y respetar libertades fundamentales— no es apta para albergar el mayor espectáculo del deporte.

Únete a la lucha contra la injusticia

Aficionados al fútbol, futbolistas y ciudadanos deben unirse para detener el Mundial saudí. Como ocurrió con Catar 2022, esta vez el mundo debe alzar aún más la voz. No debemos dejar que la FIFA venda la conciencia del fútbol a un régimen que se alimenta de la opresión.