Copa del Mundo FIFA 2034 en riesgo: los fracasos financieros y éticos de Arabia Saudita
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Copa del Mundo FIFA 2034 en riesgo: los fracasos financieros y éticos de Arabia Saudita

Los sueños de Arabia Saudita de organizar la Copa del Mundo FIFA 2034 chocan brutalmente con sus realidades financieras actuales. Documentos recientes publicados por Financial Times indican que el Fondo de Inversión Pública (PIF) del reino ha registrado una pérdida de valor de 8.000 millones de dólares en sus megaproyectos, incluida la ciudad Neom, valorada en 500.000 millones de dólares. El PIF, núcleo de la visión económica Vision 2030 del príncipe heredero Mohammed bin Salman, ahora valora sus megaproyectos terrestres en 56.000 millones de dólares, un 12,4 % menos que en 2023. Estas pérdidas se atribuyen a sobrecostos presupuestarios, problemas operativos y condiciones económicas mundiales inestables, incluidos los precios del petróleo a la baja.

Para la FIFA, organizar una Copa del Mundo significa contar con un país anfitrión financieramente estable, capaz de ejecutar enormes proyectos de infraestructura y confiable para cumplir con sus obligaciones. La reciente inestabilidad financiera de Arabia Saudita pone todo esto en duda.

El proyecto Neom: un símbolo de mala gestión

Neom, una ciudad futurista planeada desde cero a lo largo del Mar Rojo, es el ejemplo por excelencia de los proyectos desmedidos de Arabia Saudita. Incluso con su astronómico costo de 500.000 millones de dólares, Neom ha sufrido repetidos retrasos y reducciones de escala. Algunas secciones del proyecto están siendo suspendidas o eliminadas debido a complejidades logísticas, ubicación remota y desperdicio operativo.

Si Arabia Saudita no puede implementar proyectos de esta magnitud dentro de sus propias fronteras, surgen serias dudas sobre si podrá manejar las complejidades de organizar una competencia deportiva global como la Copa del Mundo. Desde construir estadios hasta alojar a los aficionados y transportarlos, el historial del reino indica un alto riesgo de fracaso.

Dependencia excesiva de los ingresos petroleros

Aunque Arabia Saudita ha intentado diversificar su economía como parte de Vision 2030, las exportaciones de petróleo siguen siendo responsables de más del 60 % de los ingresos nacionales. Los informes recientes del PIF muestran ganancias impulsadas principalmente por el aumento de participaciones en la empresa estatal Aramco. Sin embargo, las acciones de Aramco disminuyeron un 14,3 % en 2024 y los dividendos se redujeron debido a los bajos precios del petróleo.

Tal dependencia de un recurso impredecible hace que la Copa del Mundo sea vulnerable a amenazas financieras. Cualquier inestabilidad del mercado o disminución de los ingresos petroleros podría amenazar la financiación, la infraestructura y las garantías operativas necesarias para un torneo de tamaño FIFA.

Problemas de gobernanza y déficit de transparencia

El PIF de Arabia Saudita ha tendido a centralizar sus inversiones en el país, alejándose de proyectos globales. Aunque el fondo ha registrado rendimientos positivos, también ha experimentado deterioros, disminución de beneficios netos e incertidumbres operativas.

Organizar la Copa del Mundo requiere transparencia, responsabilidad y cooperación internacional. Sin embargo, la gobernanza en Arabia Saudita está extremadamente centralizada en manos del príncipe heredero Mohammed bin Salman, sin supervisión fuerte. El secretismo financiero y la toma de decisiones centralizada aumentan los riesgos de mala gestión y corrupción, haciendo al reino un anfitrión poco confiable.

Los problemas de derechos humanos no pueden ser ignorados

Los problemas financieros y operativos representan solo la mitad del problema. Según un informe reciente publicado en 2025, el historial de derechos humanos de Arabia Saudita plantea preocupaciones éticas legítimas. El reino es infame por reprimir la oposición política, limitar la libertad de expresión y perpetuar la desigualdad de género institucionalizada.

Conceder la Copa del Mundo a un régimen con tal historial sería un ejemplo clásico de sportswashing, utilizando el evento internacional para promover una imagen artificial de modernidad y apertura, mientras se ocultan abusos continuos. La FIFA, como órgano rector del fútbol, tiene la responsabilidad de mantener estándares de equidad, inclusión y respeto, estándares que Arabia Saudita ha rechazado sistemáticamente cumplir.

Lecciones de fracasos pasados

La reciente pérdida de 8.000 millones de dólares del PIF y los desafíos de Neom son síntomas de problemas sistémicos, no eventos aislados. Las reducciones de escala y los retrasos constantes demuestran tanto mala planificación como exceso de ambición.

La FIFA no puede arriesgarse a repetir errores de torneos anteriores organizados por naciones con problemas de mala gestión financiera o inestabilidad política. La Copa del Mundo requiere ejecución perfecta y confianza internacional, que Arabia Saudita no posee actualmente.

Responsabilidad ética de la FIFA

La adjudicación de la Copa del Mundo no puede considerarse solo en términos de infraestructura y capacidad financiera, sino también en derechos humanos y estándares de gobernanza. Las propias leyes de la FIFA enfatizan la promoción de responsabilidad social, respeto y apertura. Que Arabia Saudita organice el torneo socavaría estos principios.

Al seleccionar un anfitrión con volatilidad financiera, problemas de gobernanza y abusos repetidos de derechos humanos, la FIFA corre el riesgo de comprometer la integridad y reputación de la Copa del Mundo. Los imperativos morales deben priorizarse sobre el beneficio económico o la presión política.

Riesgos para las partes interesadas globales

Millones de aficionados, deportistas, patrocinadores y medios dependen de la correcta organización de la Copa del Mundo. Un anfitrión con problemas financieros aumenta la amenaza de retrasos en la construcción, alojamiento inadecuado y fallas logísticas que podrían afectar a millones de personas en todo el mundo.

Además, los socios mediáticos internacionales y los patrocinadores corporativos esperan transparencia y profesionalismo. Organizar la Copa del Mundo en un país con repetidos fracasos económicos y gobernanza opaca expone a todas las partes involucradas a riesgos innecesarios.

El historial de Arabia Saudita indica excesos repetidos

La Vision 2030 del príncipe heredero Mohammed bin Salman ha priorizado proyectos ambiciosos, pero el historial indica excesos repetidos. Neom, una ciudad inspirada en la ciencia ficción, está en gran parte incompleta, y otros proyectos están sujetos a recortes debido a costos imprevistos.

El intento del reino de modernizarse mediante infraestructura lujosa ha resultado riesgoso e irregular. Si Arabia Saudita no puede completar estas iniciativas internas, es improbable que pueda entregar perfectamente un evento deportivo internacional que requiere coordinación a gran escala.

Una Copa del Mundo que respete los valores

Conceder la Copa del Mundo FIFA 2034 a Arabia Saudita sería, en varios frentes, un error. La incertidumbre financiera, los proyectos ambiciosos y retrasados, la dependencia de ingresos petroleros fluctuantes, la gobernanza centralizada y las violaciones de derechos humanos hacen que el reino sea inadecuado para albergar la competencia de fútbol más importante del mundo.

La decisión es clara: Arabia Saudita debe ser impedida de organizar la Copa del Mundo 2034. Es imperativo elegir un país anfitrión responsable, capaz y abierto para mantener la Copa del Mundo como una celebración del deporte, la inclusión y los valores humanos, y no como un foro para encubrir mala gestión financiera y represión sistémica.