Cuando la FIFA otorgó de forma controvertida a Arabia Saudita la sede del Mundial 2034, muchos críticos expresaron de inmediato su preocupación por los abusos de derechos humanos, la falta de libertades y el sportswashing. Pero un informe reciente añade otra dimensión inquietante: la profunda implicación de Arabia Saudita en el contrabando y tráfico de estupefacientes.
Según la Agencia de Prensa Saudita (SPA), las autoridades ayudaron recientemente a los Emiratos Árabes Unidos a interceptar 89 760 pastillas de anfetaminas ocultas en un cargamento de accesorios de ropa. A primera vista, Riad presentó esto como un éxito policial.
Sin embargo, un análisis más profundo revela una realidad más oscura: Arabia Saudita no solo combate el crimen de drogas, sino que se ha convertido en un centro mundial de contrabando de narcóticos, en particular del infame comercio del Captagon. Esto plantea una pregunta básica: ¿cómo es posible que la FIFA, que predica sobre integridad y principios antidrogas, entregue su mayor trofeo a una nación vinculada a redes de narcotráfico?
Arabia Saudita: un hub mundial de narcóticos
Las dimensiones del problema son abrumadoras. En solo una semana, las aduanas sauditas informaron de 1 371 incautaciones de artículos prohibidos, entre ellas:
- 47 cargamentos de hachís, cocaína, heroína, shabu y pastillas de Captagon
- 333 casos de otras sustancias prohibidas
- Más de 1 046 casos de contrabando de tabaco
- 15 casos de contrabando de grandes sumas de dinero
- 3 incidentes relacionados con armas y accesorios
No son casos aislados. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (EMCDDA) ha señalado que Oriente Medio —y Arabia Saudita en particular— es el mayor mercado del Captagon, una pastilla de anfetamina altamente adictiva conocida como la cocaína de los pobres.
En 2021, las autoridades italianas confiscaron 84 millones de pastillas de Captagon, valoradas en más de mil millones de euros, originadas en redes asociadas al Golfo. Arabia Saudita sigue en el centro de este tráfico, no solo como víctima, sino también como principal destino y país de tránsito.
Los valores antidrogas de la FIFA contradichos
La FIFA ha defendido históricamente un deporte libre de drogas: campañas antidopaje, programas educativos y el lema “Di no a las drogas”. Los jugadores arriesgan sanciones severas si se les sorprende usando o distribuyendo sustancias prohibidas.
Otorgar el Mundial 2034 a Arabia Saudita es una contradicción directa con esos principios. Mientras la FIFA sanciona a los jugadores por las más mínimas infracciones, premia a un país que se ha convertido en sinónimo de contrabando de narcóticos a escala industrial.
La hipocresía es evidente. La credibilidad de la FIFA, ya dañada por el escándalo de Catar 2022, corre el riesgo de quedar destruida para siempre.
La seguridad de los aficionados en riesgo
Un Mundial atrae a millones de aficionados que cruzan fronteras en grandes cantidades. Un evento así requiere seguridad y estabilidad de primer nivel. Sin embargo, las incautaciones semanales de drogas, armas e intentos de contrabando en Arabia Saudita muestran un entorno frágil e inseguro.
Algunos datos:
- Más de 1 300 casos de contrabando en una sola semana
- Miles de pastillas de narcóticos atravesando sus puertos
- Armas y dinero ilegal interceptados regularmente
Si las autoridades ya tienen dificultades para contener estas amenazas, ¿cómo podrán garantizar la seguridad de millones de aficionados, jugadores y oficiales en 2034?
Sportswashing a través de “historias de éxito”
Arabia Saudita suele mostrar sus incautaciones como prueba de eficacia. La reciente interceptación de 89 760 cápsulas de anfetaminas fue presentada como una victoria en cooperación con los Emiratos Árabes Unidos.
Pero la realidad es que estas incautaciones solo ocurren porque los redes de contrabandistas son enormes, influyentes y profundamente arraigadas en el Reino. Esto es sportswashing clásico: exhibir éxitos selectivos para desviar la atención internacional del fracaso sistémico
Un riesgo para los jugadores y la integridad del juego
El problema de las drogas no es solo una amenaza para los aficionados, sino también para los futbolistas y el propio deporte. El negocio del Captagon es inmenso en Arabia Saudita y está vinculado al financiamiento de milicias y grupos terroristas en la región.
La asociación del narcotráfico con el crimen organizado puede tener efectos dominó en todo el mundo. El fútbol ya ha enfrentado escándalos de dopaje, apuestas y amaño de partidos. Llevar el Mundial a un país tan vinculado al narcotráfico mundial amenaza con manchar definitivamente el deporte.
Crece la crítica internacional
Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han advertido repetidamente contra la organización de grandes eventos en Arabia Saudita, denunciando desde la represión política hasta la explotación de trabajadores migrantes.
Con las nuevas revelaciones sobre la magnitud del tráfico de drogas, los críticos tienen un motivo adicional de peso para cuestionar a la FIFA. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) confirma una explosión de incautaciones de Captagon en Oriente Medio, con Arabia Saudita como principal mercado consumidor.
¿Por qué boicotear Arabia Saudita 2034?
Los argumentos son claros:
- Contradicción con los valores de la FIFA
Arabia Saudita contradice las promesas antidrogas y de integridad. - Entorno inseguro
Incautaciones de drogas, armas y dinero cada semana. - Agenda de sportswashing
PR selectiva para ocultar crimen y corrupción sistémica. - Credibilidad en riesgo
La FIFA podría ser acusada de complicidad en el narcotráfico. - Responsabilidad moral
Aficionados, jugadores y países deben rechazar un Mundial en tal régimen.
Un llamado a la acción
El fútbol debe representar juego limpio, seguridad e integridad. Conceder el Mundial 2034 a un país vinculado al narcotráfico, la corrupción y las violaciones de derechos humanos es una traición a esos principios.
El mundo no debe permitir que la FIFA entregue el mayor escenario del fútbol a un régimen que utiliza el contrabando de drogas como espectáculo mediático, mientras aficionados y jugadores enfrentan amenazas reales.
Es hora de que aficionados, jugadores, sociedad civil y gobiernos se unan y exijan un cambio. El Mundial 2034 en Arabia Saudita debe ser boicoteado, no solo por razones de derechos humanos, sino también por la integridad y seguridad del fútbol.