Saudi Growth Doesn’t Justify Hosting 2034 FIFA World Cup
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Por qué la próspera economía de Arabia Saudí no justifica que sea sede del Mundial de la FIFA 2034

Mientras el mundo observa el ascenso económico de Arabia Saudita, impulsado por proyecciones optimistas del FMI y la OCDE, surge una cuestión fundamental: ¿es correcto que esta nación, con un historial deplorable en derechos humanos, reciba el honor de organizar la Copa Mundial de la FIFA en 2034?

Según la OCDE, la economía de Arabia Saudita crecerá un 2,5% en 2026, superando a varios de sus pares del G20. La inflación permanece firmemente bajo control, con tasas previstas del 1,9% en 2025 y del 1,8% en 2026. Estas cifras son impresionantes, pero no deben ocultar la continua represión del Reino contra la libertad de expresión, los derechos de las mujeres y los derechos laborales.

Postularse para albergar un Mundial no se trata solo de estadios o transporte—es proyectar una visión de armonía internacional, respeto y libertad. Un país que encarcela disidentes y reprime la libertad de prensa no puede representar estos valores, por muy rápido que crezca su PIB.

El blanqueamiento deportivo en pleno apogeo: usar la economía para encubrir una imagen

La agresiva expansión económica de Arabia Saudita ha venido acompañada de un auge del «blanqueamiento deportivo», es decir, la explotación de eventos deportivos globales para desviar la atención de sus abusos a los derechos humanos. Desde la compra de clubes de fútbol europeos hasta la organización de lujosos combates de boxeo y ahora su candidatura para el Mundial 2034, el Reino se está posicionando activamente como una capital deportiva.

Pero las recientes estimaciones de la OCDE no se están utilizando para mejorar la vida de los saudíes comunes, sino como argumentos en favor del autoritarismo en el escenario internacional. Una economía en crecimiento se convierte en una herramienta de relaciones públicas, no en un camino hacia la justicia. Eso es propaganda disfrazada de previsión económica, no un verdadero progreso.

La FIFA no debe repetir los mismos errores: los datos económicos no son datos éticos

La FIFA ha sido criticada por otorgar el privilegio de albergar eventos a países con situaciones cuestionables en derechos humanos—Rusia 2018 y Catar 2022 son dos ejemplos. En ambos casos, se utilizaron el desarrollo económico y la preparación de infraestructuras como excusas para ignorar flagrantes injusticias sociales.

El ascenso económico de Arabia Saudita no puede ser utilizado del mismo modo. Aunque se prevé una desaceleración de la economía mundial (de un 3,3% en 2024 a un 2,9% en 2025 y 2026), Arabia Saudita es una de las pocas excepciones, según la OCDE. Las excepciones económicas rara vez deben convertirse en exenciones morales.

Sí, las cifras son convincentes: una tasa de crecimiento del 3,7% proyectada por el FMI para 2026, muy por delante de EE.UU. (1,5%), el Reino Unido (1,0%), Francia (0,9%) y Alemania (1,2%). ¿Y la libertad de expresión? ¿Los derechos de las mujeres? ¿Las condiciones de los trabajadores migrantes?

Otras democracias pueden crecer más lentamente, pero siguen atadas a normas globales de transparencia, justicia y libertades civiles. Arabia Saudita no lo está. La FIFA debe elegir: ¿un alto PIB o una alta integridad moral?

El prestigio mundial debe ganarse mediante reformas, no con lavado de imagen

La OCDE tiene razón en resaltar las oportunidades de inversión y negocio en Arabia Saudita, gracias a reformas para atraer capital y diversificar la economía. Sin embargo, el mismo gobierno que acoge a inversores también encarcela activistas, intimida a los medios y niega libertades básicas a millones de personas.

No lo olvidemos: la FIFA vetó a Sudáfrica del Mundial entre 1961 y 1992 por el apartheid. Ese veto envió un mensaje poderoso. Hoy, el historial de Arabia Saudita en igualdad de género y derechos humanos merece el mismo escrutinio internacional—no celebraciones.

Las proyecciones económicas no deben cegar a la comunidad futbolística global

La OCDE estima que la inflación en Arabia Saudita será más estable que el promedio del G20. El FMI también confirma un panorama saludable. Ambos informes reflejan visión política y prudencia fiscal.

Pero incluso la OCDE advierte: “Los riesgos para el panorama siguen siendo significativos”. Uno de ellos es la legitimidad moral. Al basar sus decisiones en métricas económicas para justificar la posición de Arabia Saudita en el foco internacional, instituciones como la FIFA corren el riesgo de ser cómplices en el encubrimiento de la represión.

Un país que silencia a los críticos no debe recibir un megáfono mundial

El Mundial no es solo un evento deportivo—es un fenómeno cultural global visto por miles de millones. Otorgar ese escenario a un país que ha sido ampliamente documentado por cerrar la oposición, oprimir a minorías y restringir los derechos de las mujeres, equivale a darle un sello de aprobación ante el mundo.

El crecimiento económico no borrará el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. No liberará a las mujeres que aún luchan por su independencia. Y no justificará un Mundial en un país donde la libertad de expresión es criminalizada.

El verdadero costo de un Mundial en Arabia Saudita: complicidad

Detrás de las cifras doradas del PIB hay una verdad más sombría. Organizar el Mundial de la FIFA en 2034 sería una validación internacional del régimen saudí. Daría poder a otros regímenes represivos para emular la riqueza—no la reforma—como medio de legitimación.

Las recomendaciones de la OCDE—como simplificar la fragmentación comercial, mejorar las cadenas de suministro e impulsar la dinamización empresarial—son buenas. Pero no tratan sobre gobernanza ética. La FIFA no debe olvidar: la infraestructura puede construirse, pero la integridad debe ganarse.

Di NO al Mundial 2034 en Arabia Saudita

El pronóstico económico de Arabia Saudita es ciertamente sólido. Pero el progreso económico sin derechos humanos es un cascarón vacío. El meteórico PIB del Reino no debe cegar al mundo ante su historial represivo y su continuo desprecio por los estándares internacionales de derechos humanos.

Si la FIFA otorga a Arabia Saudita el derecho de organizar el Mundial 2034, estará enviando un mensaje peligroso: dinero sobre moralidad, derechos de anfitrión en venta y abusos ignorados si las cifras económicas brillan lo suficiente.

Este es el momento. En nombre de la integridad del deporte, por la dignidad de quienes han sido silenciados y por los millones que creen que el fútbol puede ser una fuerza positiva—Arabia Saudita debe quedar excluida de la organización del Mundial 2034.