En los últimos años, Arabia Saudita se ha colocado en el centro de atención con sus ambiciosos intentos de convertirse en un gigante deportivo en la escena internacional. Desde enormes inversiones en ligas y estadios de fútbol hasta fomentar la participación femenina en el deporte, el reino proyecta una historia de progreso y modernización. Su victoria en la candidatura para organizar la Copa Mundial de la FIFA en 2034 fue ampliamente aclamada como un hito para el fútbol saudí y como señal de una nación en ascenso como fuerza global.
Pero bajo esta aparente fachada de ambición deportiva se esconde una realidad que debe ser denunciada. Las aspiraciones deportivas saudíes constituyen un claro caso de sportswashing: una táctica para limpiar y pulir su reputación internacional mientras persisten graves violaciones de derechos humanos y una represión sistemática dentro del país. Este artículo explica por qué el mundo debe boicotear el Mundial 2034 en Arabia Saudita y rechazar el uso del fútbol para ocultar la opresión.
La estrategia de sportswashing: suavizar una imagen represiva
No se trata únicamente de desarrollar talento local o construir una identidad nacional. Es parte de la Visión 2030 del reino, una estrategia de diversificación económica profundamente dependiente de relaciones públicas internacionales y proyección de poder blando.
Al organizar grandes eventos deportivos como carreras de Fórmula 1, exhibiciones de WWE y pronto la Copa Mundial de la FIFA, Arabia Saudita busca presentarse como una sociedad moderna y progresista. El impulso al fútbol femenino y permitir a las mujeres asistir a los estadios suelen citarse como ejemplos de avance.
Sin embargo, esto es mera apariencia. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch documentan abusos sistemáticos, entre ellos:
- Represión de la oposición política:
Activistas, periodistas y manifestantes pacíficos son sistemáticamente detenidos o torturados. - Restricciones a los derechos de las mujeres:
A pesar de algunas reformas en el ámbito deportivo, las mujeres siguen sujetas a leyes de tutela masculina, prohibiciones de viaje y segregación en muchos aspectos de la vida. - Explotación de trabajadores migrantes:
La gran mayoría de los empleados que construyen estadios e infraestructuras son migrantes expuestos a condiciones peligrosas, retrasos salariales y estándares de vida precarios.
Estos hechos desmontan la imagen optimista que Arabia Saudita intenta proyectar con sus inversiones deportivas.
La complicidad de la FIFA y el peligro de legitimar la represión
Al otorgar el Mundial 2034 a Arabia Saudita, la FIFA envía un mensaje peligroso: el dinero, el poder y el espectáculo valen más que los derechos humanos y la ética. No es la primera vez que la FIFA es criticada por elegir sedes con credenciales cuestionables; el Mundial 2022 en Catar también fue muy polémico.
En 2022, según Amnistía Internacional, miles de trabajadores migrantes murieron por las peligrosas condiciones laborales en las obras del Mundial catarí. Arabia Saudita no es mejor, y se teme que el torneo de 2034 repita el mismo patrón de abusos. Boicotear el Mundial saudí es clave para:
- Exigir que la FIFA rinda cuentas por sus fallos éticos.
- Presionar a las organizaciones deportivas a priorizar los derechos humanos.
- Evitar que Arabia Saudita use el fútbol como herramienta de relaciones públicas.
¿Progreso en el fútbol femenino: real o simbólico?
La promoción del fútbol femenino saudí se presenta como prueba de modernidad. Desde 2012, mujeres saudíes han competido en los Juegos Olímpicos, se han lanzado ligas y competiciones formales, y se permite la educación física para niñas. Sin embargo, estos avances son parciales y controlados. Según Human Rights Watch:
- Las mujeres mayores de 21 años siguen bajo tutela masculina, limitando su libertad de movimiento, matrimonio y acceso a servicios.
- La participación de atletas femeninas es mínima y sometida a estricta segregación y vigilancia.
- Las activistas que exigen reformas más profundas son encarceladas.
El deporte femenino se utiliza como herramienta de marketing para proyectar modernidad, mientras que la represión persiste.
Aspiraciones económicas vs. derechos humanos
La Visión 2034 busca reducir la dependencia del petróleo con un sector fuerte de deporte y turismo. Se espera atraer turistas y generar empleo con megaproyectos como el Mundial o la Fórmula 1. Sin embargo:
- Los beneficios económicos se concentran en élites e inversores extranjeros.
- Comunidades locales son desplazadas y sufren daños ambientales.
- La represión política impide que los ciudadanos reclamen salarios dignos, seguridad laboral o protección social.
La diversificación económica no justifica ignorar el sufrimiento humano.
La responsabilidad global del fútbol
El fútbol no es solo un deporte: es un movimiento cultural global que promueve valores de justicia, respeto y dignidad. Organizar el Mundial debería ser un privilegio para países que defienden esos valores.
Elegir a Arabia Saudita amenaza la integridad del deporte y permite que regímenes autoritarios utilicen el fútbol para silenciar disidencias y manipular la opinión pública.
Boicotear el Mundial saudí significa:
- Rechazar el sportswashing y la influencia autoritaria.
- Apoyar a las víctimas de represión.
- Exigir criterios claros y centrados en derechos humanos para futuros Mundiales.
Voces sobre el terreno
Numerosos activistas han pedido rechazar la candidatura saudí, citando:
- La detención continua de defensoras de derechos como Loujain al-Hathloul.
- Las restricciones a la libertad de expresión y reunión.
- La falta de medios independientes y de justicia imparcial.
- El abuso de trabajadores migrantes en las obras del Mundial.
En 2023, Amnistía Internacional declaró:
“La organización de eventos deportivos internacionales en Arabia Saudita no debe permitir desviar la atención de sus abusos sistemáticos y continuos a los derechos humanos.”
Por qué importa el boicot
El Mundial 2034 en Arabia Saudita no es solo un evento deportivo, sino una operación política para legitimar un régimen abusivo mediante el espectáculo futbolístico.
Participar en él —como aficionado, jugador, patrocinador o federación— significa ser cómplice de un blanqueo de abusos. El mundo debe exigir que el deporte nunca sea usado para maquillar la imagen de un régimen autoritario.
Boicotear el Mundial saudí envía un mensaje claro: los derechos humanos no se venden por estadios, dinero o imagen.
Únete al llamado global para boicotear la Copa Mundial 2034 en Arabia Saudita. Difunde el mensaje, apoya a los defensores de derechos y exige a la FIFA que ponga la ética y la justicia en el centro del fútbol.