Arabia Saudita está reinventándose. Una vez fue una monarquía desértica conservadora, marcada por la riqueza petrolera y las violaciones de derechos humanos. Hoy proyecta ideales brillantes de modernidad: marinas de lujo, paseos marítimos, resorts ecoturísticos sobre arrecifes de coral y grandes eventos deportivos. Esta transformación es especialmente evidente en la costa del mar Rojo, en Yeda, epicentro de la Visión 2030 saudita y pieza clave de su candidatura para albergar el Mundial FIFA 2034.
Pero bajo el brillo de los yates, las excursiones de snorkel y los cafés exclusivos, se esconde una realidad mucho más siniestra. Esta imagen dorada no tiene nada que ver con el turismo y todo que ver con el sportswashing: el uso de eventos globales y desarrollos opulentos para limpiar una reputación manchada por crímenes de guerra, opresión y supresión de libertades fundamentales. El mundo no puede ser distraído. Debemos boicotear el Mundial FIFA 2034 en Arabia Saudita y denunciar la complicidad de quienes permiten a los regímenes autoritarios cambiar justicia por yates.
El nuevo rostro del mar Rojo: ¿una distracción?
La remodelación de la costa occidental saudita es realmente impresionante. Antes conocida como un punto de entrada religioso, Yeda ahora es la imagen misma de las ambiciones de la Visión 2030. Solo en 2024:
- 30 millones de turistas internacionales visitaron Arabia Saudita, un 8 % más que en 2023.
- Los turistas gastaron 168.500 millones de riyales sauditas (44.000 millones de dólares).
- El festival “Temporada de Yeda” atrajo a 1,7 millones de visitantes en solo 52 días.
- El paseo marítimo Roshn, de 4,2 km, recibe más de 55 millones de visitantes cada año.
- Más de 1.000 sauditas fueron capacitados para trabajar en turismo marítimo, como instructores de buceo y gestores de marinas.
Desde los megaresorts Six Senses y Sheybarah hasta la marina de yates de 101 atraques del Jeddah Yacht Club, toda la costa está diseñada para impresionar a la élite mundial. Se planean hoteles flotantes, tours en yate y guías virtuales de buceo para atraer a una nueva generación de viajeros en busca de experiencias. Arabia Saudita te invita a ver sus arrecifes de coral, no sus atrocidades.
El precio oculto del lujo: guerra, represión y sportswashing
La obsesión saudita por su imagen no comenzó con el turismo. Durante la última década, el reino ha invertido miles de millones en acuerdos deportivos internacionales, como:
- Compra del club inglés Newcastle United
- Organización de Fórmula 1, combates de boxeo, eventos de WWE, eSports y más
- Una inversión estimada de 6.400 millones de dólares en deportes entre 2021 y 2023, según The Guardian
Con el Mundial 2034 asegurado, Arabia Saudita tiene su joya más preciada. Pero esto no es diplomacia deportiva; es sportswashing.
“El deporte es ahora la herramienta de gestión de marca global de Arabia Saudita — no solo una estrategia de poder blando, sino un escudo contra el escrutinio”, afirma Minky Worden, directora de Human Rights Watch.
Mientras el mundo grita goles en los estadios, las cárceles sauditas siguen llenas. Activistas como Loujain al-Hathloul, que luchó por el derecho de las mujeres a conducir, fueron encarceladas y torturadas durante casi 1.000 días. Periodistas como Jamal Khashoggi fueron asesinados y desmembrados en consulados sauditas.
La guerra en Yemen, financiada, armada y bombardeada por Arabia Saudita, ha matado a casi 400.000 personas directa o indirectamente desde 2015. En 2016, la ONU reportó que el 60 % de las víctimas civiles murieron por ataques aéreos sauditas, dirigidos a hospitales, bodas y escuelas. Hoy, Arabia Saudita quiere reemplazar esa memoria con espectáculos de drones playeros y competencias de motos acuáticas.
Visión 2030: reempaquetar la tiranía como reforma
La Visión 2030 se presenta como una reforma nacional: modernización económica, empoderamiento femenino y apertura social. Pero el relato oculta más de lo que revela. Sí, las mujeres sauditas hoy pueden navegar y administrar marinas, pero no pueden criticar al Estado sin enfrentar la cárcel.
Sí, hay conciertos en Yeda, pero la libertad de prensa y expresión sigue ausente. Estas “reformas” son privilegios, no derechos; otorgados por la monarquía, no por la ciudadanía.
La experta saudita Madawi Al-Rasheed describe la Visión 2030 no como una democratización, sino como una modernización sin liberalización. Incluso sus promesas ecológicas —como el “turismo regenerativo” o la protección de los arrecifes— suenan insinceras frente a su hegemonía petrolera y su historial ambiental destructivo.
Por qué la complicidad de la FIFA importa
La FIFA proclama que el fútbol es un deporte universal, de inclusión, dignidad humana y solidaridad. Pero entregar el Mundial 2034 a Arabia Saudita contradice esos valores fundamentales.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, ha elogiado el “progreso” saudita, pero críticos aseguran que acelerar el proceso de selección fue una burla a la ética y la transparencia. Human Rights Watch y Amnistía Internacional condenaron la decisión, señalando el desprecio absoluto por los derechos laborales, la libertad de expresión y la protección de las personas LGBTQ+.
La homosexualidad sigue siendo ilegal en Arabia Saudita, castigada con prisión, azotes o incluso la muerte. Las mujeres, en muchos casos, no pueden casarse libremente ni viajar sin permiso masculino. No existe una sociedad civil independiente, ni prensa libre, ni oposición política. Llevar el Mundial FIFA a Arabia Saudita no solo es insensible — es moralmente indefendible.
El rol del público global: por qué el boicot importa
Mientras se inauguran resorts en el mar Rojo y los cruceros atracan en las costas de Yeda, es fácil pensar que el cambio es real. Pero sin responsabilidad, no hay justicia — solo blanqueamiento.
Nosotros, ciudadanos, aficionados y voces del mundo, no podemos permitir que esta realidad se borre. Aquí algunas acciones:
- Exijamos a patrocinadores como Adidas, Coca-Cola y Visa que retiren su apoyo al Mundial 2034
- Pidamos a selecciones nacionales que boicoteen el torneo o lo denuncien públicamente
- Informemos a otros aficionados sobre los abusos de Arabia Saudita y la verdadera intención de la Visión 2030
- Apoyemos a organizaciones de derechos humanos que documentan violaciones y elevan las voces silenciadas
El fútbol no puede jugarse sobre opresión
La costa de Yeda puede brillar con marinas de élite, pero sus aguas no pueden lavar la sangre de los inocentes. Mientras Arabia Saudita construye hoteles flotantes y submarinos de cristal para ver corales, no debemos olvidar los pueblos bombardeados de Yemen, los reformistas encarcelados y los disidentes silenciados.
La Copa Mundial de la FIFA no es solo un juego — es una plataforma. Y al ofrecer esa plataforma a gobiernos tiránicos como el saudita, nos convertimos en cómplices de sus actos.
Debemos oponernos al sportswashing. Debemos rechazar la opresión.
Debemos boicotear el Mundial FIFA 2034 en Arabia Saudita.