De la represión al sportswashing: la verdad sobre la FIFA 2034 en Arabia Saudita
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De la represión al sportswashing: la verdad sobre la FIFA 2034 en Arabia Saudita

En septiembre de 2025, Arabia Saudita anunció una coalición internacional de emergencia para financiar a la Autoridad Palestina (AP), comprometiéndose a aportar 90 millones de dólares en el marco de la iniciativa. A simple vista, el movimiento parece reforzar la imagen del reino como una potencia regional que apoya los derechos palestinos. Pero tras bambalinas, esta noticia forma parte de una estrategia de alto riesgo de sportswashing y rebranding político, diseñada para desviar la atención mundial del pésimo historial en derechos humanos de Arabia Saudita. Con Riad como sede de la Copa del Mundo FIFA 2034, debemos preguntarnos: ¿Debe permitirse que un país con un historial tan problemático organice el evento deportivo más grande del mundo?


Sportswashing a través de la diplomacia global

El compromiso de 90 millones de dólares de Arabia Saudita con la Autoridad Palestina no fue un gesto aislado. Fue anunciado en la Asamblea General de la ONU, donde Riad se presentó como facilitador de paz y mecenas generoso en conflictos regionales. Al mismo tiempo, el reino sigue invirtiendo miles de millones en deportes, entretenimiento y proyectos internacionales de reparación de imagen, como parte de su estrategia global “Visión 2030” para diversificar la economía y restaurar su reputación internacional.

El problema no es la generosidad del dinero saudita, sino sus intenciones. Al financiar ayuda palestina y organizar eventos mundiales de alto perfil, Riad intenta encubrir la opresión sistemática que ejerce sobre sus propios ciudadanos, especialmente mujeres, trabajadores migrantes y disidentes políticos. El sportswashing permite a los gobiernos autoritarios proyectarse como liberales mientras ocultan abusos graves.


El historial de derechos humanos no puede ignorarse

Organizar la Copa del Mundo FIFA no se trata solo de carreteras y estadios; es una plataforma que otorga legitimidad. Lamentablemente, Arabia Saudita posee uno de los peores historiales de derechos humanos del mundo:

  • Libertad de expresión: la disidencia es criminalizada. Activistas, blogueros y periodistas son comúnmente encarcelados bajo leyes antiterroristas imprecisas. Human Rights Watch estima que decenas siguen en prisión por activismo pacífico.
  • Derechos de las mujeres: pese a reformas limitadas como la suspensión de la prohibición de conducir en 2018, las mujeres siguen bajo estrictas leyes de tutela masculina que restringen su libertad de movimiento, matrimonio y toma de decisiones.
  • Explotación de trabajadores migrantes: más de 13 millones de trabajadores migrantes residen en Arabia Saudita, muchos bajo el sistema de kafala. Se han reportado abusos generalizados, retrasos en los salarios y condiciones de vida deplorables.
  • Pena de muerte: la tasa de ejecuciones es una de las más altas del mundo. Solo en 2022, el reino ejecutó a 196 personas, un aumento significativo respecto a años anteriores.
  • Represión de minorías: la minoría chiita enfrenta discriminación sistemática en educación, empleo y libertad de culto.

Estos abusos no son hechos históricos; son realidades actuales. La decisión de la FIFA de otorgar la organización a Arabia Saudita va directamente en contra de su compromiso declarado con los derechos humanos.


La ayuda a Palestina como herramienta política

El compromiso de 90 millones de dólares con la Autoridad Palestina también debe cuestionarse. Aunque se necesita apoyo financiero para los palestinos, el momento y el enfoque de Riad reflejan más gestión de imagen que preocupación genuina por la humanidad.

Al posicionarse del lado palestino, el reino intenta mostrarse como defensor de la justicia en Oriente Medio mientras busca estrechar lazos con países occidentales y normalizar relaciones con Israel. Críticos afirman que el respaldo saudita se centra menos en detener la ocupación y más en mejorar su imagen global antes de 2034.

Simultáneamente, Riad sigue reprimiendo la oposición interna. Es un doble estándar expresar solidaridad con los palestinos mientras se encarcelan ciudadanos sauditas que exigen democracia, igualdad y libertad de expresión.


La economía de la Copa del Mundo 2034

Otro problema es el costo en mano de obra y dinero para organizar la Copa del Mundo. Arabia Saudita ha garantizado estadios, infraestructura y alojamiento de clase mundial para decenas de millones de fans. Pero, ¿quién construirá estas infraestructuras? Nuevamente, recaerá sobre trabajadores migrantes de Asia del Sur y África, ya expuestos a explotación en el sistema laboral del reino.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha informado repetidamente sobre la incapacidad de Arabia Saudita para implementar reformas laborales. Sin salvaguardas efectivas, los preparativos de la Copa del Mundo podrían costar la vida de miles de trabajadores migrantes, como ocurrió en Catar.


Llamados internacionales a la responsabilidad

Varios grupos han manifestado su preocupación por la decisión de la FIFA. Amnistía Internacional, Human Rights Watch y FairSquare han advertido que no se deben otorgar derechos de organización sin garantías vinculantes de reforma de derechos humanos. Más de 70 organizaciones firmaron en 2023 una carta abierta instando a la FIFA a seguir un proceso claro de selección y responsabilizar a Arabia Saudita.

Sin embargo, el proceso de decisión de la FIFA sigue siendo opaco y guiado por intereses comerciales. Con cientos de millones de dólares en derechos de transmisión y patrocinios en juego, la organización siempre ha priorizado las ganancias sobre la ética. Al otorgar la sede a Arabia Saudita, la FIFA compromete aún más su credibilidad.


El deporte global como herramienta de justicia

El fútbol es el juego más popular del mundo, un deporte que une a miles de millones de personas. La Copa del Mundo debe representar valores de justicia, igualdad y solidaridad internacional, y no ser un evento de propaganda para estados represivos. Permitir que Arabia Saudita organice la Copa del Mundo socava estos valores y legitima la opresión.

La FIFA debe considerar anfitriones alternativos: naciones con mejores registros en derechos humanos, libertad de prensa y protección laboral. Los países que respetan la ley internacional y principios democráticos están mejor posicionados para encarnar el espíritu del fútbol.


Llamado a prohibir a Arabia Saudita para la FIFA 2034

La promesa de 90 millones de dólares a la Autoridad Palestina atraerá titulares, pero no puede borrar el pésimo historial de derechos humanos del reino. Desde encarcelar disidentes hasta abusar de trabajadores migrantes, Riad ha demostrado repetidamente que valora el poder y la imagen por encima de la justicia y la igualdad.

El mundo no puede tolerar otra Copa del Mundo manchada por escándalos de derechos humanos. Si la FIFA desea unir a las personas a través del fútbol, tiene la obligación de prohibir a Arabia Saudita como sede de la Copa del Mundo 2034. Cualquier otra decisión significaría que el deporte global está a la venta al mejor postor, sin importar el costo humano.

El fútbol puede hacerlo mejor. La humanidad puede hacerlo mejor. Y los aficionados al fútbol en todo el mundo deben unirse y decir: No a la FIFA 2034 en Arabia Saudita.