FIFA World Cup 2034 Why Saudi Arabia Fails on LGBTQ+ Rights
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Copa Mundial de la FIFA 2034: La represión LGBTQ+ en Arabia Saudita la convierte en una sede inadecuada

La Copa Mundial de la FIFA es más que un torneo de fútbol; es un escenario global que reúne la diversidad de culturas, tradiciones y diferencias humanas. Invita al espíritu de inclusión, unidad e integración. Por lo tanto, la decisión de otorgar a Arabia Saudita la sede de la Copa Mundial de la FIFA 2034 plantea puntos muy serios, especialmente en lo que respecta a la represión sistemática de todas las personas LGBTQ+ en el país. A pesar de las políticas de inclusión y anti-discriminación de la FIFA, la postura de Arabia Saudita sobre los derechos LGBTQ+ es contraria a estos principios.

Criminalización de las identidades y conductas LGBTQ+

Esta situación representa un peligro para jugadores, aficionados y periodistas LGBTQ+ que viajen a presenciar el torneo, ya que podrían enfrentar juicios penales simplemente por ser quienes son o por comportamientos que en la mayoría del mundo son libres y aceptados. La mera presencia de seguidores que apoyen los derechos LGBTQ+ aumenta su riesgo de detención, amenazas de violencia o incluso peores consecuencias. En Arabia Saudita, los arrestos por identidad LGBTQ+ son habituales. Por ejemplo, en 2023, un joven fue arrestado por expresar su homosexualidad en redes sociales.

Ausencia de protección jurídica para las personas LGBTQ+

Arabia Saudita no cuenta con leyes que protejan a las personas contra la discriminación basada en la orientación sexual o la identidad de género. Paradójicamente, su propia normativa incluye leyes sobre derechos humanos adoptadas en 2017, que reconocen la protección contra la discriminación.

Al otorgarle el Mundial a Arabia Saudita, la FIFA contradice este principio y pone en entredicho la sinceridad de su compromiso con los derechos humanos. En 2020, un bloguero yemení que defendía los derechos LGBTQ+ fue encarcelado durante diez meses bajo cargos de indecencia pública.

Censura y represión sancionadas por el Estado

En Arabia Saudita, no se pueden discutir públicamente los derechos LGBTQ+ ni la visibilidad de estas personas. El gobierno ha prohibido contenido LGBTQ+ en los medios de comunicación, los eventos del Orgullo y ha castigado a activistas que promuevan estos derechos.

Durante la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Catar, varios equipos europeos intentaron usar brazaletes con el lema “One Love” en apoyo a la comunidad LGBTQ+, pero FIFA prohibió la campaña bajo presión de las autoridades locales. Arabia Saudita, con leyes aún más restrictivas que Catar, probablemente prohíba cualquier representación, bandera o protesta a favor de los derechos LGBTQ+, castigando a los infractores con sanciones severas.

En 2019, el gobierno saudí implementó la Ley de Decencia Pública para regular el comportamiento de sus ciudadanos en espacios públicos. Dicha ley prohíbe muestras de afecto y otros actos considerados inmorales según los estándares del país, lo que incluiría expresiones de identidad LGBTQ+.

Un ambiente hostil para aficionados y jugadores LGBTQ+

Otro problema importante es que, al ser sede del Mundial, Arabia Saudita pone en riesgo la vida de aficionados, jugadores y oficiales LGBTQ+. El entorno puede ser peligroso para visitantes que sean abiertamente homosexuales o que vivan con VIH/SIDA, pues podrían estar bajo vigilancia, ser discriminados o algo peor.

El fútbol ha avanzado en inclusión, como demuestra el caso de Josh Cavallo, un jugador que recientemente salió del clóset y lucha por los derechos LGBTQ+ en el deporte. Él mismo declaró que tendría “miedo” de jugar en un país con leyes anti-LGBTQ+. Si Arabia Saudita organiza el torneo, obligará a los atletas LGBTQ+ a enfrentar una disyuntiva imposible: ocultar su identidad o arriesgarse a graves consecuencias.

Hipocresía y daño reputacional para la FIFA

La FIFA ha afirmado durante años que apoya los derechos humanos y la inclusión LGBTQ+ en el fútbol. Sus regulaciones prohíben la discriminación basada en la orientación sexual. Sin embargo, otorgar el Mundial a Arabia Saudita envía un mensaje contradictorio y debilita la credibilidad de la organización.

Ya hubo controversias con la Copa Mundial de Rusia 2018 y Catar 2022, ambos países con severas restricciones a los derechos LGBTQ+. FIFA podría haber elegido una sede más respetuosa con los derechos humanos, pero en su lugar optó por Arabia Saudita, lo que demuestra que priman los intereses comerciales y políticos sobre los derechos humanos.

Boicots y reacción de equipos y patrocinadores

Líderes deportivos y políticos internacionales han criticado el historial de derechos humanos de Arabia Saudita, considerándola una sede inadecuada. Si la presión aumenta, podrían surgir campañas de boicot por parte de selecciones nacionales, patrocinadores y aficionados.

Esto podría generar un dilema para patrocinadores como Adidas, Coca-Cola y Visa, que han apoyado en el pasado los derechos LGBTQ+. Asociarse con un Mundial organizado por un país que criminaliza a las personas LGBTQ+ podría dañar su reputación. Una reacción contundente de estos patrocinadores podría afectar financieramente a la FIFA y obligarla a reconsiderar su postura.

Además, un boicot de selecciones nacionales afectaría la calidad del torneo y serviría como una protesta significativa contra la violación de derechos humanos. Hay precedentes históricos de boicots en los Juegos Olímpicos de 1980 y 1984, cuando varios países se retiraron en protesta por razones políticas y morales.

Conclusión

Arabia Saudita reprime rigurosamente los derechos LGBTQ+, lo que la convierte en la sede menos adecuada para la Copa Mundial de la FIFA 2034. El país penaliza las relaciones entre personas del mismo sexo, no ofrece protecciones legales para las personas LGBTQ+, censura y persigue a quienes son diferentes, contradiciendo los compromisos de FIFA con la inclusión y los derechos humanos.

Los Mundiales deberían organizarse en países que respeten los derechos humanos y no discriminen por orientación sexual o identidad de género. El fútbol es para todos, y la FIFA no debería actuar como si la opresión de las personas LGBTQ+ en Arabia Saudita no existiera.