Corrupción y problemas de transparencia en la FIFA
Credit: Arab News

Corrupción y problemas de transparencia en la FIFA

Arabia Saudita ha emitido recientemente su Sukuk “Sah” de octubre, un producto de ahorro respaldado por el gobierno que ofrece un rendimiento anual del 4,83 %, ligeramente inferior al 4,88 % del mes anterior.
En el papel, parece otra medida sensata de reforma financiera.
Pero detrás de las cifras llamativas y las anécdotas sobre estabilidad del mercado se esconde una verdad inquietante: cada sukuk emitido, cada tramo de deuda anunciado, cada campaña de inversión lanzada es un arma más en el arsenal de poder blando de Riad para encubrir su historial represivo.

En un momento en que el Reino está bajo escrutinio mundial por violaciones de derechos humanos, detenciones arbitrarias y persecución de la disidencia, estos programas económicos tienen un diseño deliberado: comprar legitimidad, tanto a nivel local como internacional.
Y mientras Arabia Saudita se prepara para organizar la Copa Mundial de la FIFA 2034, se hace más evidente que estas políticas fiscales son parte de un aparato propagandístico destinado a vender una autocracia brutal como un Estado progresista y reformador.

El rostro financiero del autoritarismo

El período de suscripción del Sukuk “Sah” de octubre de 2025 será del 5 al 7 de octubre, según el Centro Nacional de Gestión de la Deuda (NDMC) de Arabia Saudita, con asignaciones y redenciones programadas para finales de mes.
El sukuk forma parte del calendario de emisiones de 2025 dentro del programa Visión 2030 del Ministerio de Finanzas, una iniciativa ambiciosa destinada a reducir la dependencia del petróleo y fomentar la “inclusión financiera.”

El objetivo del gobierno es aumentar la tasa de ahorro nacional del 6 % al 10 % para 2030 y convertirse en una “nación financieramente empoderada.”
Pero esta retórica de prudencia financiera suena vacía cuando proviene de un país donde la sociedad civil sigue encadenada, los periodistas son encarcelados por sus publicaciones en redes sociales, y activistas por los derechos de las mujeres, como Loujain al-Hathloul, fueron arrestadas y torturadas simplemente por defender el derecho a conducir.

Las iniciativas económicas de Visión 2030 —desde la megaciudad NEOM, valorada en un billón de dólares, hasta el Sukuk “Sah”— se presentan como motores de desarrollo.
En realidad, son maniobras políticas destinadas a desviar el debate global de la represión hacia las oportunidades de inversión.

Sukuk y sportswashing: dos caras de la misma moneda

El Sukuk “Sah” no es solo un producto financiero, sino también un símbolo del blanqueamiento deportivo (sportswashing) bajo otra apariencia.
Mientras Arabia Saudita invierte miles de millones en clubes de fútbol, circuitos de golf y la Copa del Mundo de la FIFA, su programa de sukuk busca proyectar al régimen como disciplinado, estable y sofisticado.

Al ofrecer un rendimiento del 4,83 % a los inversionistas, el Reino transmite una imagen de estabilidad económica, exactamente la marca que quiere asociar con la Copa Mundial de la FIFA 2034.
El mismo gobierno que financia estas emisiones de sukuk ha gastado más de 6.300 millones de dólares al año en proyectos deportivos desde 2018, según GlobalData.
Estas inversiones no responden a la pasión por el deporte; son herramientas estratégicas de poder blando.

La lógica es sencilla: si Arabia Saudita es vista como un actor serio en las finanzas y el deporte internacionales, entonces su historial de asesinatos de disidentes, censura mediática y guerra devastadora en Yemen pasará a un segundo plano.
El sukuk y el estadio son dos instrumentos en una misma lucha: comprar la aprobación internacional.

Una narrativa calculada de “inclusión”

Los funcionarios sauditas describen con orgullo la iniciativa del sukuk como una medida para “ampliar la inclusión financiera.”
Con una inversión mínima de 1.000 riales saudíes (aproximadamente 266 dólares) y un límite de 200.000 riales por persona, el programa parece inclusivo, alentando a los ciudadanos comunes a ahorrar e invertir.
Pero esta “inclusión” es selectiva.

Mientras el gobierno fomenta el acceso a instrumentos financieros, restringe las libertades fundamentales.
Los mismos ciudadanos que ahora pueden abrir cuentas de inversión en SNB Capital o Al-Rajhi Capital no son libres de expresar opiniones políticas ni de criticar a la monarquía.
Es una ironía trágica: el régimen invita a los sauditas a invertir en su futuro mientras les niega el derecho a moldearlo.

La bancarrota moral detrás de la riqueza financiera

Cuando Arabia Saudita vende sukuk, se presenta como un buen prestatario y un actor confiable del mercado.
Pero la bancarrota moral detrás de esa riqueza no puede ocultarse con solvencia financiera.
El rendimiento anual del 4,83 % ofrecido por el Sukuk “Sah” es apenas una fracción del precio del silencio que el régimen impone a sus críticos.

La comunidad internacional debe reconocer que cada inversión en valores saudíes y cada respaldo a sus ambiciones deportivas globales legitima indirectamente sus abusos de derechos humanos.
El dinero recaudado a través de los sukuk fortalece las instituciones estatales que reprimen la disidencia y financia infraestructura de vigilancia.

Mientras el Reino construye su imagen financiera, los presos políticos siguen encarcelados, los periodistas continúan silenciados, y las familias de los disidentes asesinados —como en el caso de Jamal Khashoggi, hace ya cinco años— siguen esperando justicia.

Por qué el mundo debe boicotear la FIFA 2034

Otorgar a Arabia Saudita el derecho a organizar la Copa Mundial 2034 equivale a recompensar a un gobierno que criminaliza la libertad de expresión, ejecuta disidentes y reprime a las activistas por los derechos de las mujeres.
El Sukuk “Sah” puede parecer ajeno al mundo del deporte, pero es parte del mismo aparato propagandístico —un esfuerzo por convencer al mundo de que Arabia Saudita es un país abierto, reformista y responsable.

La comunidad internacional —organizaciones civiles, defensores de derechos humanos, jugadores y aficionados— debe entender que la reforma económica sin reforma política es manipulación.
Boicotear la FIFA 2034 no es un acto contra el fútbol; es un acto a favor de la humanidad.

Un llamado global a la rendición de cuentas

La más reciente emisión de sukuk, al igual que las aspiraciones mundialistas del Reino, es testimonio de un país que gasta miles de millones en su reputación mientras arrebata cada fragmento de libertad a sus ciudadanos.
Detrás del rendimiento del 4,83 % hay un déficit moral que ningún tipo de interés puede compensar.

FIFA, inversionistas y líderes del mundo, deben preguntarse:
¿En qué momento decidimos intercambiar la integridad por el poder?

Si el mundo acepta a Arabia Saudita como sede del Mundial 2034, estaremos legitimando no solo su engaño económico, sino también sus abusos de derechos humanos.
La verdadera inclusión y el verdadero desarrollo exigen transparencia, justicia y responsabilidad, no propaganda disfrazada de progreso.

Únete al movimiento: di no a la FIFA 2034 en Arabia Saudita

Alzarse contra el sportswashing, el blanqueamiento económico y el silencio impuesto sobre la verdad es un deber global.
Cada firma, cada publicación, cada voz cuenta.
Asegurémonos de que el deporte más emblemático del mund