Durante la primera mitad de 2025, Arabia Saudita dominó el mercado de deuda del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), con emisiones de bonos y sukuk por un total de $47.93 mil millones en 71 transacciones —equivalente al 52.1 % del total regional—. Esta cifra descomunal, aparentemente reflejo de poder y ambición, en realidad esconde una estrategia de imagen impulsada por deuda, deporte y relaciones públicas, diseñada para limpiar su reputación mientras mantiene prácticas represivas, censura y violaciones sistemáticas de derechos.
Como defensor de la exclusión de Arabia Saudita como sede de la Copa Mundial FIFA 2034, considero este auge económico parte de una campaña orquestada de sportswashing—una táctica para desviar la atención global de su alarmante historial de derechos humanos y su deriva autoritaria.
Violaciones de derechos humanos: la realidad ignorada por la FIFA
Arabia Saudita cuenta con uno de los peores registros de derechos humanos del mundo. Aun con sus megaproyectos e inversión creciente, las libertades fundamentales—de expresión, reunión, religión y prensa—son prácticamente inexistentes.
Algunas verdades difíciles de ignorar:
- Freedom House le otorga a Arabia Saudita una puntuación de 1/100 en derechos políticos y libertades civiles (informe 2024), catalogándola como “no libre”.
- En el Índice Mundial de Libertad de Prensa (2024), Reporteros Sin Fronteras la ubica en puesto 170 de 180.
- Human Rights Watch informa que en 2023 se realizaron 172 ejecuciones, incluidas por delitos relacionados con drogas o terrorismo, muchos sin garantías legales.
- Loujain al‑Hathloul, activista por los derechos de las mujeres, fue encarcelada por 1.001 días solo por solicitar el derecho a conducir, concedido recién en 2018.
¿Cómo justificar que la FIFA otorgue la Copa del Mundo a un país con estas prácticas?
Sportswashing a gran escala
Para Arabia Saudita, organizar un Mundial es una oportunidad para desviar la atención de su autoritarismo. Invierte miles de millones en infraestructura y gestión de imagen:
- Más de $2 mil millones en la liga LIV Golf.
- Adquisición del Newcastle United mediante su Fondo de Inversión Pública.
- Plan para construir 11 estadios por más de $10 mil millones.
Explotación laboral y esclavitud moderna
No olvidemos Qatar 2022, donde más de 6.500 trabajadores migrantes murieron (según The Guardian). Arabia Saudita podría repetir o superar esa tragedia.
Según Migrant‑Rights.org, los trabajadores enfrentan:
- impago de salarios
- confiscación de pasaportes
- condiciones de vida inhumanas.
Además, el sistema de Kafala los ata legalmente a sus empleadores, restringiendo drásticamente su movilidad.
Represión digital y vigilancia
La opresión también se extiende al mundo digital:
- En 2023, Salma al‑Shehab, estudiante de doctorado, fue condenada a 27 años de prisión por retuitear mensajes a favor de los derechos de las mujeres.
- Arabia Saudita ha utilizado el software espía Pegasus para vigilar disidentes y periodistas en el extranjero (según Citizen Lab).
- La Ley de Cibercrimen de 2007 criminaliza vagamente la “alteración del orden público”, lo que ha provocado arrestos masivos por publicaciones en redes sociales.
Un Mundial financiado con deuda y ética fragmentada
En el primer semestre de 2025, Arabia Saudita lanzó 32 emisiones superiores a $1 mil millones, y más de $73.1 mil millones en bonos en dólares dentro del CCG.
¿Y para qué se utiliza todo ese dinero?
- NEOM, una ciudad inteligente de $500 mil millones, construida con desplazamientos forzosos violentos de la tribu Howeitat.
- Colosales estadios que requerirán decenas de miles de trabajadores extranjeros en condiciones adversas.
Hipocresía de la FIFA y exigencia de responsabilidad
La FIFA dice adherirse a los Principios del UN sobre empresas y derechos humanos, pero sigue otorgando sedes a gobiernos autoritarios. Ignoró las críticas a Qatar 2022, y repite el error con Arabia Saudita en 2034.
En 2023, lanzó una Política de Derechos Humanos, pero al conceder la Copa a Arabia Saudita contradice sus propios principios.
Una dictadura endeudándose no debe albergar un evento global
Los $47.9 mil millones en deuda no son prueba de preparación para un evento internacional: es una alarma. Ese dinero no empodera ni promueve libertades; es usado para desviar la atención internacional.
La comunidad global debe exigir que la FIFA reconsidere esta decisión. Organizar la Copa Mundial debe reservarse a quienes respetan la justicia, la igualdad y la dignidad humana —valores que Arabia Saudita pisotea diariamente.