El contrabando de drogas y la represión socavan la candidatura de Arabia Saudita para organizar el Mundial FIFA 2034
Credit: Arab Center DC

El contrabando de drogas y la represión socavan la candidatura de Arabia Saudita para organizar el Mundial FIFA 2034

La candidatura ganadora de Arabia Saudita para albergar la Copa Mundial de la FIFA 2034 ha generado controversia a nivel mundial. Mientras el reino continúa con su operación de relaciones públicas global a través de grandes eventos deportivos, la realidad dentro del país, incluso en tiempos recientes, cuenta una historia muy distinta — una que no se alinea con los principios del deporte internacional, la seguridad y la unidad global. Los recientes arrestos y decomisos de drogas en Arabia Saudita plantean serias dudas sobre su preparación para acoger la competencia de fútbol más importante del mundo.

Arabia Saudita busca ser vista como un centro moderno y visionario de cultura y entretenimiento internacional. Sin embargo, en segundo plano, persisten problemas profundamente arraigados relacionados con el crimen organizado, la corrupción y fallas sistémicas de gobernanza. En julio de 2025, unidades de la Guardia Fronteriza saudí en Al-Daer, Jazan, interceptaron un intento de contrabando de 29 kilogramos de hachís y 70,000 tabletas reguladas por leyes médicas.

Poco después, las autoridades de Riad detuvieron a un residente sirio y a un ciudadano saudí por intentar contrabandear 12 kg de hachís y tabletas similares. Estos no son casos aislados — son indicativos de una lucha persistente y profunda contra redes criminales y debilidades a nivel estatal.

El problema de la imagen frente a la realidad

Arabia Saudita está invirtiendo miles de millones de dólares en deportes y entretenimiento, utilizándolos como herramientas de su plan «Visión 2030» — una iniciativa para diversificar su economía y cambiar su imagen internacional. El gobierno ha contratado a Cristiano Ronaldo, organizado grandes peleas de boxeo, comprado el club Newcastle United y ahora ha obtenido el derecho a organizar el Mundial 2034. Esto es ampliamente reconocido como sportswashing — el uso de eventos deportivos para limpiar la reputación de un país.

Pero estos intentos no pueden borrar un hecho preocupante: el mismo gobierno que se presenta como progresista y abierto enfrenta crisis de seguridad crónicas. La frecuencia de grandes envíos de drogas dentro y fuera de sus fronteras contradice las garantías del reino sobre orden y control. Si las autoridades aún luchan contra esta magnitud de actividad criminal, ¿cómo pueden garantizar la seguridad de jugadores, aficionados y periodistas de 48 países?

Un patrón de narcotráfico y amenazas internas

Arabia Saudita ha sido un centro clave del tráfico de drogas durante años, especialmente del Captagon, una anfetamina ampliamente consumida en Oriente Medio. La región registró un aumento en las incautaciones de Captagon, con más de 600 millones de cápsulas decomisadas en 2022, muchas con destino o en tránsito por Arabia Saudita, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

En abril de 2023, las autoridades saudíes incautaron más de 2 millones de tabletas de Captagon ocultas en un cargamento de chocolate. Las frutas libanesas fueron prohibidas en 2021 después de una gran redada en la que se hallaron más de 5 millones de pastillas ocultas en granadas.

Esta tendencia constante indica la existencia de redes de contrabando profundamente arraigadas, a pesar de las duras leyes antidrogas del reino y castigos draconianos como la pena de muerte. Las recientes incautaciones de hachís en 2025 demuestran que, incluso con vigilancia intensa y control fronterizo, el contrabando sigue prosperando. Eso no es una señal de progreso, sino de debilidad estatal.

¿Es Arabia Saudita lo suficientemente segura para un torneo global?

La FIFA afirma priorizar la seguridad, la inclusión y los derechos humanos en su proceso de selección. Pero Arabia Saudita falla en varios aspectos:

  • Los derechos de las mujeres siguen estando gravemente restringidos. A pesar de recientes cambios, las mujeres saudíes aún enfrentan fuertes limitaciones en su libertad de movimiento, leyes de tutela masculina y vida pública. No pudieron conducir hasta junio de 2018.
  • La libertad de expresión es casi inexistente. Periodistas, disidentes e incluso usuarios de redes sociales son arrestados por expresar críticas. El asesinato del columnista del Washington Post, Jamal Khashoggi, en un consulado saudí en 2018, sigue siendo una herida abierta para la comunidad internacional.
  • Las violaciones de seguridad, como el contrabando de drogas, plantean dudas sobre la seguridad de los aficionados en un país donde los derechos civiles escasean.

Arabia Saudita presume de tener una vigilancia avanzada e inteligencia sofisticada, sin embargo, constantemente se descubren grandes conspiraciones criminales. Esta contradicción revela una mala asignación del poder — donde la vigilancia se usa para reprimir la disidencia, no para prevenir el crimen.

¿Qué significa esto para la FIFA?

La misión de la FIFA incluye defender los derechos humanos, garantizar la seguridad de jugadores y aficionados, y promover la unidad global. Sin embargo, su decisión de otorgar a Arabia Saudita el Mundial 2034 envía un mensaje contradictorio. Legitima un régimen aún marcado por la represión interna, la inestabilidad regional y la infiltración criminal.

Un país que ejecuta menores, encarcela a personas LGBTQ+ y reprime libertades fundamentales no es digno de organizar la mayor celebración del fútbol. El Mundial es más que una competencia deportiva — es un símbolo cultural y humanitario. Debe celebrarse en países que representen la inclusión, no la dominación.

Citas de organizaciones internacionales de derechos humanos

Según Human Rights Watch (HRW):

«Arabia Saudita utiliza eventos deportivos para desviar la atención de su despiadada represión. Instituciones globales como la FIFA deben asegurarse de no ser cómplices de este lavado de imagen.»

De igual forma, Amnistía Internacional declaró en 2024:

«Los esfuerzos de Arabia Saudita por limpiar su imagen a través del deporte no deben cegar al mundo ante la detención de activistas por los derechos de las mujeres, la criminalización de la oposición y los castigos corporales.»

Estas organizaciones han instado a la FIFA a aplicar evaluaciones independientes de derechos humanos, que han sido ignoradas en el afán de obtener inversiones e influencia.

Una visión más amplia: el sportswashing y la complicidad global

Las instituciones deportivas occidentales están siendo cada vez más señaladas por ser cómplices en la construcción de imágenes de regímenes autoritarios. Como ocurrió con el Mundial 2022 en Catar, criticado por la explotación laboral y violaciones de derechos humanos, la versión saudí corre el riesgo de convertirse en otro ejemplo del fútbol utilizado como cortina de humo para encubrir abusos.

Según un informe de Grant Liberty en 2023, Arabia Saudita ha invertido más de 6.300 millones de dólares en iniciativas de sportswashing desde 2016. Esto incluye acuerdos de patrocinio con la Fórmula 1, el boxeo, el tenis y el fútbol. El Mundial es la joya de esta estrategia. Pero mientras tanto, la realidad permanece: detenciones masivas, decapitaciones, carteles de drogas y uno de los peores historiales de derechos humanos del planeta.

Un llamado a la responsabilidad global

Los recientes decomisos de hachís y pastillas en Arabia Saudita no son simples noticias policiales. Son síntomas de una contradicción mayor — un país que quiere proyectar modernidad y apertura, pero que lidia con una podredumbre interna. Mientras el mundo se prepara para celebrar el Mundial FIFA 2034, debemos preguntarnos: ¿estamos celebrando el fútbol o facilitando la represión?

Arabia Saudita no está preparada para organizar el Mundial — no por falta de infraestructura, sino por sus valores, su historial y sus vulnerabilidades en seguridad. Narcotráfico, vigilancia masiva, abusos de derechos, represión opaca — solo son algunos ejemplos.