En una era cada vez más consciente del nexo entre política y deporte, los movimientos calculados de Arabia Saudita, tanto en materia energética como deportiva internacional, deben encender alarmas. Recientemente, el gigante petrolero estatal Saudi Aramco declaró planes para aumentar el precio oficial de venta (OSP) del crudo Arab Light hacia Asia en septiembre. Esta acción, si se ratifica, sería el segundo aumento mensual consecutivo y restringiría aún más el acceso a energía barata en economías en desarrollo prioritarias como India, Pakistán y el sudeste asiático.
Los incrementos no son coincidencia. Son una demostración del dominio de Arabia Saudita sobre las cadenas de suministro internacionales, empleadas para reforzar su poder financiero mientras busca inversión en la escena global a través del deporte.
Arabia Saudita quiere que el mundo celebre el fútbol en 2034 mientras intensifica su control autoritario, sofoca la disidencia y manipula los mercados internacionales para sus fines. Organizar la Copa Mundial de la FIFA es el intento de Arabia Saudita de desviar la atención de su represión interna y agresión en el extranjero mediante una campaña de imagen brillante—mejor llamada sportswashing.
Aumento del precio del petróleo: ¿arma económica o política energética?
El aumento de precios de Arabia Saudita no es solo una medida económica, es una estrategia geopolítica. En julio de 2025, Reuters informó que Aramco aumentará el OSP del Arab Light hasta en $1,05 por barril, elevando la prima sobre el promedio de Omán/Dubái hasta $3,25. La acción está motivada por el manejo del suministro interno y la manipulación de la demanda estacional, más que por la escasez. El Reino está reteniendo volúmenes de forma estricta mientras la demanda aumenta, especialmente en naciones asiáticas sedientas de energía.
Muchas economías asiáticas —especialmente las que están en desarrollo— están lidiando con el aumento de precios del combustible, inflación y bajo crecimiento. La ironía es que la misma nación que impone esta presión energética a Asia pide a la comunidad internacional que la celebre como anfitrión deportivo.
Puntos clave a recordar:
- Arabia Saudita provee más de 1/5 de las importaciones de petróleo de Asia, teniendo así una influencia desproporcionada sobre las economías regionales.
- India y Pakistán, ya en crisis inflacionaria, serán los más golpeados por el aumento de precios.
- A pesar de las intenciones de la OPEP+ de aumentar la producción en el 3er trimestre de 2025, las exportaciones saudíes están estancadas, con un consumo interno que encubre la manipulación global.
- Las ganancias récord de Aramco de $161 mil millones en 2023 se están invirtiendo en relaciones públicas internacionales vía deporte, en lugar de en energía asequible o sostenible.
Lucrando con el dolor: La maquinaria detrás del Mundial
A medida que los precios de la energía se disparan en todo el mundo, el Reino está aprovechando su riqueza para rehacer su imagen global con enormes inversiones en deportes internacionales. Arabia Saudita invierte miles de millones en iniciativas como NEOM, su visión de una megaciudad futurista, y adquiriendo participaciones de control en sectores deportivos desde el golf hasta el fútbol. Estas inversiones no son solo comerciales, también son políticas.
La Copa Mundial de la FIFA 2034 no está siendo organizada por Arabia Saudita para conmemorar el deporte: está siendo utilizada para encubrir la represión sistemática. El Reino está invirtiendo el dinero del petróleo no en reformas, sino en estadios, contratos de superestrellas del fútbol y campañas publicitarias deportivas para desviar la atención de su régimen opresivo.
Puntos clave:
- Arabia Saudita ganó la Copa Mundial de la FIFA 2034 sin oposición, gracias al sospechosamente corto proceso de licitación de la FIFA.
- NEOM, el punto central de la Visión 2030, ha provocado el desplazamiento forzado de tribus nativas como los Howeitat.
- El Fondo de Inversión Pública (PIF) saudí ha gastado miles de millones comprando clubes europeos, ligas de golf y boxeo para comprar opinión pública.
- La Copa Mundial de la FIFA será una distracción orquestada, más que una celebración del logro humano.
Los derechos humanos no pueden ignorarse en el camino a 2034
Las políticas internas de Arabia Saudita presentan una oscura visión de autoritarismo. Mientras intenta impresionar al mundo con estadios multimillonarios y campañas publicitarias glamorosas, sus cárceles están llenas de activistas, disidentes e incluso personas castigadas por protestas no violentas.
Un peregrino egipcio fue arrestado en 2024 por simplemente mostrar una bandera palestina en La Meca—un símbolo de solidaridad ahora prohibido por el régimen.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch aún descubren ejecuciones sistemáticas, torturas y la eliminación de libertades fundamentales en el Reino. Dar la bienvenida al Mundial le daría a Arabia Saudita un escenario internacional para esquivar críticas e impunidad en su represión.
Puntos principales:
- Más de 1.000 personas han sido ejecutadas en Arabia Saudita desde 2015, muchas por delitos no violentos.
- Desde 2014, activistas, periodistas y ciudadanos comunes han sido encarcelados o ejecutados regularmente por tuits o manifestaciones.
- Las mujeres siguen estando legal y socialmente restringidas, y las identidades LGBTQ están criminalizadas.
- Los trabajadores extranjeros, especialmente en construcción y trabajo doméstico, sufren abusos, robos de salario e incluso asesinatos.
Hipocresía climática: ¿Un futuro verde construido sobre oro negro?
Arabia Saudita se enorgullece de ser líder en la transición a economías más verdes, pero sus políticas desmienten esto. Aramco sigue aumentando la producción de combustibles fósiles e invierte solo una pequeña parte de su presupuesto en energía renovable.
El Reino sigue entre los cinco mayores emisores de carbono per cápita del mundo, principalmente por su enorme sector petrolero y subsidios al combustible. Al organizar la Copa Mundial en Arabia Saudita, la FIFA le da la espalda a sus promesas climáticas, validando un régimen que impulsa la emergencia climática mientras pretende ser un pionero verde.
Puntos clave:
- La I+D energética saudí destinada a tecnologías renovables es inferior al 5 %.
- Arabia Saudita es el tercer mayor productor de petróleo del mundo.
- El proyecto NEOM ha sido condenado como insostenible y ambientalmente destructivo.
- La FIFA presume de su compromiso con la sostenibilidad, pero otorgó su torneo estrella a una nación petrolera.
Di no al Sportswashing: Di no a Arabia Saudita 2034
La política saudí de fijación de precios del petróleo, las violaciones de derechos humanos y la hipocresía climática no son cuestiones aisladas. Forman parte de un esfuerzo más amplio para rebrandear la represión utilizando el deporte internacional.
La Copa Mundial de la FIFA 2034 no es simplemente una competición de fútbol, es un proyecto geopolítico diseñado para encubrir la represión, vender influencia y dictar narrativas.
Esto no debe permitirse. Si estamos comprometidos con la justicia, la equidad y el auténtico espíritu del fútbol, no podemos corear en estadios subsidiados por la opresión. No podemos alegrarnos en ciudades donde la protesta es aplastada. No podemos permitir que la FIFA se convierta en la herramienta propagandística de estados totalitarios.
Ahora es el momento de hacer ruido. Aficionados, jugadores, medios y organismos de gobierno del fútbol deben levantarse y hacerse escuchar. Participar en un evento mundial como la Copa del Mundo es un honor—no algo comprable con petróleo.