El 14 de julio, Uber presentó una nueva función en Arabia Saudita: un servicio de “conductoras para pasajeras”, representando un hito importante en la adaptación de la empresa a los mercados locales. Lanzada en un evento llamado “Por mujeres, para mujeres” en Riad, la iniciativa fue presentada como una medida para empoderar a las mujeres saudíes a través de la movilidad.
Pero aunque esta medida pueda parecer progresista en la superficie, también revela limitaciones sociales más profundas que aún existen en la vida saudí, especialmente para las mujeres. Con Arabia Saudita preparándose para albergar la Copa Mundial de la FIFA en 2034, pasos como este deberían invitar a un análisis ético serio.
¿Estamos presenciando una verdadera reforma social, o simplemente un intento estratégico de blanquear la imagen del reino ante el escenario internacional? Seamos claros: esto no es libertad. Es un empoderamiento segregado, un control reempaquetado que pone en evidencia por qué Arabia Saudita no es digna de ser anfitriona de la Copa del Mundo.
Un análisis más profundo de la iniciativa “Por mujeres, para mujeres” de Uber
Uber anunció esta nueva función que permite a las pasajeras solicitar conductoras, ya sea de forma inmediata o con antelación. El lanzamiento coincide con el séptimo aniversario del anuncio saudí de 2018 que permitió a las mujeres conducir, un cambio que fue celebrado en el extranjero, pero que solo tocó la superficie de disparidades de género estructurales más profundas.
El gerente general de Uber en Arabia Saudita, Youssef Abu Saif, elogió el servicio diciendo: “Las mujeres en toda Arabia Saudita han demostrado cómo la movilidad puede abrir nuevos horizontes de oportunidad.” Pero los hechos son tozudos: la movilidad en Arabia Saudita sigue estando fuertemente condicionada por controles de género.
A diferencia de las naciones occidentales, donde el transporte bajo demanda gira en torno a la seguridad y la comodidad, este nuevo servicio saudí responde a la presión pública por mantener la segregación de los sexos en la vida pública. La acción de Uber tiene menos que ver con la liberación y más con satisfacer expectativas culturales basadas en el control patriarcal.
La segregación de género sigue siendo ley, no una elección
Mientras que las audiencias occidentales podrían entender este nuevo servicio como una victoria para la independencia femenina, lo cierto es que perpetúa la segregación estructural.
Durante cuarenta años, Arabia Saudita impuso un rígido sistema de tutela masculina en el que las mujeres no podían salir del país, estudiar o casarse sin el consentimiento de un hombre. Aunque reformas recientes han aliviado algunas de estas restricciones, la segregación de género sigue siendo la norma en escuelas, restaurantes, transporte público e incluso oficinas.
El servicio de Uber es una expresión —no una refutación— de esta realidad. Está diseñado para acomodar un sistema en el que se espera que las mujeres se mantengan alejadas de hombres no emparentados, consolidando aún más una sociedad segregada en la que la participación femenina es condicional.
Organizar la Copa Mundial de la FIFA debería implicar más que reformas vistosas y motivaciones económicas. Debería estar alineado con valores globales como la igualdad, la apertura y la libertad de expresión—valores que simplemente chocan con el actual código de derechos humanos de Arabia Saudita.
Derechos humanos: un historial que no puede ignorarse
Arabia Saudita ha invertido la última década en campañas multimillonarias de lavado de imagen, utilizando el “sportswashing” para desviar la atención de su historial en materia de derechos humanos. La candidatura a la Copa Mundial 2034 es su mayor esfuerzo hasta la fecha. Pero el mundo no debe olvidar:
- Jamal Khashoggi, periodista de The Washington Post, fue brutalmente asesinado en el consulado saudí en Estambul en 2018. La CIA concluyó que el príncipe heredero Mohammed bin Salman probablemente aprobó la operación.
- Según Human Rights Watch, decenas de activistas por los derechos de las mujeres han sido detenidas, torturadas o sometidas a prohibiciones de viaje por exigir libertades básicas.
- En su informe de 2024, Freedom House calificó a Arabia Saudita como “No Libre”, con una puntuación de solo 7 sobre 100 en libertades totales.
- Las relaciones entre personas del mismo sexo, la apostasía y la oposición a la monarquía todavía son castigadas con prisión o incluso con la pena de muerte.
La idea de que un país así pueda albergar un evento destinado a celebrar la diversidad y la unidad internacional no solo es paradójica —es insultante.
El papel de la complicidad corporativa
El anuncio de Uber también debe analizarse a través del prisma de la ética empresarial. Aunque la empresa presenta esta nueva iniciativa como una forma de empoderamiento, en realidad lo hace legitimando y adaptándose a normas opresivas, en lugar de desafiarlas.
No es la primera vez que multinacionales reducen su compromiso con los derechos humanos para ingresar al mercado saudí. Empresas de diversos sectores —turismo, entretenimiento, tecnología— han aplaudido el plan Visión 2030 de Arabia Saudita para diversificar su economía, generalmente a costa de sus propios valores declarados.
El Informe de Impacto Económico de Uber en 2023 en Arabia Saudita declaró audazmente que la compañía inyectó 1.1 mil millones de SAR (293 millones de dólares) a la economía nacional. Se espera que esa cifra aumente, ya que Statista estima que el mercado de transporte bajo demanda en Arabia Saudita alcanzará los 953 millones de dólares para 2025. El crecimiento económico no debe servir como cortina de humo para la represión sistémica.
FIFA: dejen de premiar la represión
La FIFA afirma que su objetivo es promover valores como el respeto, el juego limpio y la inclusión. Sin embargo, otorgar la Copa Mundial 2034 a Arabia Saudita contradice de manera flagrante dichos principios.
Numerosas organizaciones de derechos humanos, incluidas Amnistía Internacional, ya han levantado la voz, exigiendo que se vinculen criterios de derechos humanos claros y transparentes a las obligaciones de sede. Hasta ahora, no se han establecido estándares vinculantes, y esa es precisamente la brecha que Arabia Saudita está aprovechando.
Si Arabia Saudita puede gastar miles de millones en organizar eventos globales mientras sus ciudadanos —especialmente mujeres, minorías y disidentes— son silenciados y vigilados, entonces la FIFA no solo está mirando hacia otro lado. Está apoyando activamente la represión.
La noticia de Uber —presentada como un paso hacia el empoderamiento femenino— es un recordatorio contundente de cuánto le falta aún a Arabia Saudita para garantizar derechos iguales a todos sus ciudadanos. Es una jugada más en un extenso juego de rebranding autoritario, y la FIFA se está convirtiendo, aunque sin quererlo, en una pieza clave de ese tablero.
Toma una posición: Exige a la FIFA que retire los derechos de organización de Arabia Saudita en 2034
Alza la voz. Comparte este mensaje. Presiona a tus federaciones nacionales de fútbol, patrocinadores y representantes de la FIFA para boicotear a Arabia Saudita como nación anfitriona hasta que se introduzcan reformas significativas en materia de derechos humanos.
Ser sede de la Copa del Mundo es un privilegio —no un ejercicio de relaciones públicas.
No permitamos que el deporte se utilice como escudo de la opresión.