Arabia Saudita busca posicionarse como la futura sede del Mundial de la FIFA 2034, proyectando una imagen de vanguardia tecnológica, esplendor cultural y conexión global. Pero detrás de la reluciente maquinaria de relaciones públicas se esconde una cruda realidad: destrucción ecológica y violaciones de derechos humanos que no pueden ser ignoradas. Uno de los ejemplos más inquietantes de esta paradoja es «The Line», un megaproyecto de 500 mil millones de dólares que promete una utopía urbana tecnológica pero amenaza con convertirse en un desastre ecológico, especialmente para miles de millones de aves migratorias.
The Line: una trampa mortal brillante para la naturaleza
El proyecto The Line, parte de la iniciativa NEOM, se extiende a lo largo de 170 kilómetros y está concebido como una ciudad vertical rodeada por paredes espejadas. Aunque se presenta como una maravilla ecológica, la verdad es muy distinta. El proyecto se encuentra directamente sobre una de las rutas migratorias más importantes del mundo, utilizada por aves que cruzan África, Europa y Asia.
El Mar Rojo es una vía de paso crucial para más de 2.100 millones de aves cada año, incluyendo especies críticamente amenazadas como el águila esteparia y el alimoche, según BirdLife International.
Expertos estiman que decenas de miles de aves morirán debido a colisiones fatales con las fachadas de vidrio reflectante de The Line, al igual que ocurre en otras partes del mundo con los rascacielos de cristal.
La American Bird Conservancy estima que solo en Estados Unidos mueren hasta 1.000 millones de aves al año por choques contra ventanas. Con más de 170 kilómetros de longitud, el impacto de The Line se multiplica exponencialmente.
Historial ambiental y de derechos humanos en Arabia Saudita
La Visión 2030 saudí, que incluye megaproyectos como The Line, se promociona como un faro de innovación y modernidad. Sin embargo, la realidad contradice el discurso. Arabia Saudita ha sido criticada durante años por su desprecio ambiental, con algunas de las emisiones de carbono per cápita más altas del mundo, una fuerte dependencia del petróleo y un uso del agua insostenible.
A esto se suma un historial de violaciones de derechos humanos: desde el asesinato brutal del periodista Jamal Khashoggi hasta la represión de voces disidentes, el régimen saudí demuestra una alarmante falta de respeto por las libertades fundamentales.
El espejismo de la sostenibilidad
Las autoridades sauditas afirman que The Line funcionará con energía 100 % renovable y sin emisiones de carbono. Sin embargo, estas promesas se desmoronan al considerar los impactos ambientales reales:
- La construcción afectará hábitats delicados en el desierto, amenazando especies autóctonas como el órice árabe y la gacela del desierto.
- Investigadores alertan que las obras a gran escala y las barreras artificiales alterarán las rutas migratorias, afectando ecosistemas enteros.
- El proyecto NEOM ya ha desplazado por la fuerza a comunidades tribales como los Huwaitat, arrasando sus tierras para dar paso al urbanismo futurista.
Candidatura saudita al Mundial 2034: greenwashing a cualquier costo
La postulación de Arabia Saudita para albergar el Mundial 2034 forma parte de su estrategia para diversificar su economía más allá del petróleo. Pero este intento de blanqueo tiene un alto precio:
Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han documentado extensas violaciones de derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias de disidentes, represión de activistas por los derechos de las mujeres y censura de la libertad de expresión.
Arabia Saudita ocupa el puesto 170 de 180 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa 2024, lo que refleja la represión de los medios independientes.
El propio proyecto The Line ha sido criticado por la demolición de viviendas y el desplazamiento forzado de residentes sin compensación, revelando la hipocresía de su narrativa “futurista”.
Aceptar que el Mundial 2034 se celebre bajo estas condiciones sería participar en una operación de sportwashing: utilizar el deporte para limpiar una reputación manchada por abusos y devastación ecológica.
Retrasos en la construcción: se agrieta la fachada
El plan original preveía albergar a 9 millones de personas para 2030, pero proyecciones recientes indican que apenas llegará a 300.000 habitantes, reflejando retrasos y desafíos estructurales importantes.
Expertos citan interrupciones en la cadena de suministros, costos de construcción al alza y complejidades técnicas como las principales razones del estancamiento. Mientras tanto, las emisiones anuales de CO₂ de Arabia Saudita continúan aumentando, alcanzando más de 578 millones de toneladas métricas en 2024, lo que pone en evidencia la distancia entre el discurso y la acción.
Un desastre ecológico en gestación
Construir The Line sobre una ruta migratoria clave tendrá consecuencias que irán mucho más allá de las fronteras sauditas. La posible extinción de aves migratorias pondría en peligro el equilibrio ecológico global:
Las aves son esenciales para la polinización, dispersión de semillas y control de plagas, asegurando la biodiversidad y la seguridad alimentaria mundial.
La Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad (IPBES) advierte que un millón de especies están en peligro de extinción, en su mayoría por causa de la actividad humana.
Al continuar con The Line y aspirar a organizar el Mundial 2034, Arabia Saudita demuestra su disposición a sacrificar la salud del planeta por prestigio a corto plazo.
Boicot al Mundial 2034: una urgencia ética
El mensaje es claro: la candidatura saudí al Mundial 2034 no puede separarse de la destrucción ambiental de The Line ni de las violaciones sistemáticas de derechos humanos. El mundo debe reconocer que:
- La muerte masiva de aves no es un daño colateral, sino el reflejo de una negligencia ambiental estructural.
- Las violaciones de derechos humanos no pueden ser disimuladas por un evento deportivo de alto perfil.
- El desarrollo sostenible significa armonizar innovación con justicia ambiental y social, no hacer greenwashing a costa de la naturaleza y las personas.
Súmate al movimiento: digamos NO al Mundial 2034 en Arabia Saudita
Como aficionados al fútbol, activistas ambientales y ciudadanos del mundo, debemos alzar la voz y exigir rendición de cuentas. Un evento global como el Mundial debe ser un privilegio, no una herramienta para maquillar la opresión.
Actúa hoy:
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- Firma las peticiones contra la candidatura saudí al Mundial 2034.
- Apoya a las organizaciones que defienden los derechos humanos y la biodiversidad.
- Exige a la FIFA que seleccione una sede comprometida con la sostenibilidad y la dignidad humana.
Demostremos que el deporte debe unir a las personas, no encubrir injusticias y destrucción.